Los efectos de un juego de acción y reacción

Hace menos de una década, un ministro de Seguridad bonaerense afirmó que San Martín era el epicentro del crimen organizado de la Argentina y que, desde allí, irradiaban sus actividades ilícitas. Quizás siga siendo así, aunque no se note porque los hechos demuestran, cada día, que el delito complejo tiene bandas importantes en cualquier punto cardinal del conurbano y en los grandes centros urbanos de todo el país.

Los vasos comunicantes entre el crimen organizado y sectores deshonestos de la policía siguen tan activos como hace una década. Incluso más. Cada movimiento de la política estatal en procura de cortar esos lazos, erradicar las frutas podridas de la huerta uniformada y enderezar el rumbo de las fuerzas de seguridad bajo el trazo de las instrucciones del gobierno civil encuentra...

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