Efecto Play: la pasión ahora mira hacia Europa

Alejandro Ventimiglia le planteó a su hijo de 15 años dos posibilidades: ir al Mundial a seguir a la selección o hacer un viaje a Europa para ver al Liverpool, la Juventus y el Atlético Madrid, sus tres equipos preferidos del Viejo Continente, y sumar en el derrotero futbolístico algún partido de la Champions League. La respuesta fue inmediata: "Vamos a Europa".

Hincha de Boca, Ventimiglia comparte con su hijo adolescente el fanatismo por los colores locales y el gusto por el fútbol internacional. "A partir de la PlayStation, los chicos conocen más los jugadores de Europa que a los de acá -reflexiona-. Arman sus equipos virtuales y luego esos equipos se convierten en reales."

Es cierto: la camiseta con la que uno nace, sufre y disfruta cada fin de semana, la que despierta una verdadera pasión o fanatismo es la del lugar de origen. Pero no es menos cierto que cada vez más juntarse a ver con amigos una final de la Champions e incluso sufrir si el equipo extranjero pierde no deja de ser un signo de época.

El debate, en todo caso, es si eso que uno experimenta por los colores de afuera puede o no ser considerado fanatismo y si el verdadero hincha se nace o se hace.

Para el sociólogo Pablo Alabarces, que ha convertido al fútbol y las culturas populares en objetos de estudio y temas de análisis de diversos ensayos, no se puede hablar de fanatismo en el caso de un equipo extranjero, sobre todo porque no se da uno de los aspectos clave en las hinchadas: una sociabilidad basada en el contacto y una experiencia compartida que incluso es hasta cada vez más acotada territorialmente. La relación que se establece con un equipo de afuera, en cambio, carece de ese contacto y está altamente mediada. La tribuna televisiva, aun con tecnologías HD, es una barrera insalvable entre el hincha y su equipo.

"Cuando desaparecen los mecanismos tradicionales de identificación [la política, el trabajo, la educación, el sindicalismo], el fútbol da identidad sin pedir carnet. Pertenecer a un club es ser parte de ese territorio. Hoy, el eje de referencia del hincha deja de ser la nación para convertirse en una cuestión tribal o de barrio –dice Alabarces–. El carácter nacional dentro del fútbol queda confinado a las operaciones de marketing que rodean a la selección", explica el reconocido académico.

Para algunos, esto de ser hincha del lado de acá y del lado de allá tiene sus ventajas. Facundo Lavagnino tiene 21 años y sufre en la Argentina con el desteñido presente de...

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