Efecto agridulce: el buen momento de Estados Unidos y su impacto en la Argentina

WASHINGTON.- Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal (Fed, en la jerga financiera), recurrió a un puñado clásico de adjetivos auspiciosos al hablar, días atrás, de la economía de Estados Unidos. En su primer testimonio ante el Congreso dijo que se crecía a un ritmo "sólido"; que el mercado laboral estaba "fuerte", "robusto"; que la confianza de los consumidores era "sólida" -otra vez- y que el "fuerte" -de nuevo- incremento del consumo, junto al "animado" sentimiento empresario, empujarían la inversión. Decoró todo con una analogía climática: los "vientos de frente", dijo, se habían convertido en "vientos de cola". Minimizó el último cimbronazo de Wall Street, y remarcó un objetivo ajeno a sus dos antecesores: evitar una "economía sobrecalentada".

Desde Wall Street a Main Street, la economía de Estados Unidos parece gozar de buena salud.

La tasa de desempleo es la más baja desde febrero de 2001. La cantidad de gente que solicita subsidios porque no encuentra trabajo es la menor desde 1969. Los ingresos suben, y los salarios aumentan, ahora, al ritmo más veloz desde la salida de la Gran Recesión. La confianza de los consumidores está en su pico dentro de un período de 17 años, y la de los pequeños negocios en el nivel más alto desde que empezó a medirse, en la era de Ronald Reagan. Las empresas celebran la política desregulatoria del presidente Donald Trump. Y los recortes impositivos por US$1,5 billones -que favorecen, sobre todo, al 1% más rico del país- le sumaron combustible al principal motor global.

"El panorama económico sigue siendo fuerte", resumió Powell.

La Casa Blanca celebra cada dato que arroja la economía como un logro propio, aunque aquí se debata si la bonanza se debe más a la recuperación que gestó el gobierno de Barack Obama que a los cambios de política que impuso Trump. Hay, además, un motivo externo que explica el presente entusiasta: el mundo crece, por primera vez desde la salida de la crisis financiera global, en sincronía. La bonanza es global.

Pero, para la Argentina, el impacto del gran momento de Estados Unidos es, paradójicamente, agridulce. Al ser uno de los principales socios comerciales del país, la pujanza de la economía de Estados Unidos alienta las exportaciones. Pero ese impulso está frenado por la política comercial proteccionista orquestada bajo el mantra "Estados Unidos, primero" de Trump. Y una economía "sobrecalentada", en las palabras de Powell, abre la puerta a una política monetaria más...

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