La economía política del proceso electoral

Más de medio siglo de investigaciones sobre procesos electorales sugieren que si bien los factores económicos son determinantes, su importancia relativa varía según el contexto, el país y la elección . La decisión del voto nunca es monocausal: otros elementos influyen. Deben considerarse temas como inseguridad, corrupción o mejoras en bienes públicos como la infraestructura de transporte, agua potable y saneamiento. Naciones que sufren amenazas o están involucradas en conflictos bélicos tienden naturalmente a jerarquizar esa cuestión. Y el medio ambiente ocupa un rol cada vez más importante en el debate electoral, como ocurre en Australia, frente a la creciente evidencia de cambio climático y el fracaso en la coordinación de esfuerzos por parte de las principales potencias para contrarrestar sus efectos.

La importancia de la economía en el sufragio puede no ser tan relevante cuando la mayoría percibe la situación económica como buena. Es probable que luego de un ciclo de expansión, el crecimiento y la sensación de bienestar se conciban como hechos dados, que no están en riesgo por un eventual cambio de administración. Coyunturas de expansión prolongadas que coinciden con rápidos procesos de cambio tecnológico, con su impacto en el mercado de trabajo, pueden conducir a errores de diagnóstico, como ocurrió con el Brexit y el triunfo de Trump: parecía difícil que perdieran los oficialismos puesto que la economía había crecido mucho los años anteriores y el desempleo era relativamente bajo. Pero en regiones donde están localizadas industrias que sufren los efectos de la globalización, se tiende a votar contra el establishment, aunque el ciudadano promedio se hubiera favorecido de los beneficios de dicho proceso. Los votantes suelen priorizar su situación individual o familiar a cualquier otro argumento de índole colectiva o general.

Pero si prevalece una sensación de malestar económico, y en todos los sectores sociales, esta cuestión no puede sino ser el centro del debate electoral. Eso es lo que ocurre en la Argentina. Según un sondeo de D'Alessio IROL/Berensztein, como consecuencia de la crisis la mayoría de los entrevistados ha venido haciendo ajustes en su consumo. Esto incluye reducir las compras de algunos productos, seleccionar segundas o terceras marcas o cambiar costumbres arraigadas para adaptarse a las restricciones presupuestarias. La inflación es la preocupación dominante y la sociedad está apesadumbrada por la incertidumbre...

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