Cuando la economía se encoge crecen los enemigos

Hugo Moyano y la familia Eskenazi se han visto, seguramente, pocas veces en la vida. El dirigente gremial y esos empresarios son ahora, sin embargo, víctimas de la misma mutación: están siendo odiados por quienes antes los amaban. ¿Cambiaron ellos? ¿Hicieron algo nuevo y sorpresivo? No, al menos a simple vista. Cambiaron, en contraste, los objetivos del Gobierno y los protagonistas centrales y decisivos de la administración. Lo que antes era necesario ya no lo es ahora. Las prioridades son otras, además, cuando la economía parece entumecerse, extenuada por la larga juerga de los últimos años.Moyano fue imprescindible para el kirchnerismo. El jefe de uno de los sindicatos más poderosos le dio el apoyo popular (y de poder) que las urnas le retacearon al mandato inicial de Néstor Kirchner. Luego, se convirtió en un aliado indispensable para el primer mandato de Cristina Kirchner, que incluyó la corrosiva contienda con el campo. Moyano formó parte de las soluciones a esos conflictos políticos, pero ahora parece formar parte del problema.Escasean las buenas noticias económicas. Los atriles presidenciales de otrora, llenos de regalos como árboles navideños, se transformaron en escuetos comunicados de ajustes sobre ajustes. Tarifas, precios, impuestos. Todo sube o subirá. La inflación, alta de antemano, acecha entre tantos aumentos actuales. Merma la demanda de empleo, sobre todo en la industria. Según un estudio del economista José Luis Espert, la desocupación actual ronda el 11 por ciento, muy lejos del 6,7 por ciento anunciado por la Presidenta.La única solución que encontraron los gobernantes para frenar una escalada inflacionaria es la de moderar los aumentos salariales de este año. Proyectan un porcentaje promedio de subas de salarios por debajo de la inflación por primera vez en los años kirchneristas. Moyano es parte de ese problema, porque el jefe cegetista ya comunicó que no aceptará esa política. Inflación de supermercado. Ese es el medidor de Moyano. Es, también, la diagonal que encontró para decir que no le cree al Indec ni a las propuestas salariales del Gobierno.La pérdida de influencia de Julio De Vido significó también para Moyano la desaparición del último interlocutor confiable que tenía en la administración desde la muerte de Néstor Kirchner. Ya no tiene a nadie a quien quejarse o con quien acordar. Para peor, el influyente Máximo Kirchner lo combate al líder de los camioneros desde los tiempos en que su padre era presidente. Cristina Kirchner...

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