El duro viaje de los migrantes venezolanos por la selva del Darién

Una niña migrante venezolana con su madre cuando llegan a la aldea de Canaan Membrillo

La región del Darién comprende 5.000 kilómetros cuadrados de junglas, ríos y montañas escarpadas, topografía que la convierte en una de las rutas más peligrosas del mundo para personas refugiadas y migrantes. Por no estar abiertas en la actualidad vías terrestres de transporte que atraviesen la zona (principalmente por ser la parte donde se interrumpe la carretera Panamericana, que conecta la mayor parte de los países del continente americano), se la ha denominado el Tapón del Darién.

El viaje clandestino por el Tapón de Darién suele durar cinco o seis días donde la caravana de migrantes está a merced de todo tipo de peligros como animales salvajes, entre ellos serpientes venenosas, pumas y caimanes, como así también de los narcotraficantes.

Un niño, junto a su familia, espera para ser registrado en la aldea de Canaan Membrillo, el primer control fronterizo de la provincia de Darién en Panamá.

Muchos son víctimas de robos y violaciones en la selva, aunque nadie cuenta quiénes cometen esos delitos. Los migrantes solo quieren llegar a Estados Unidos.

Una mujer, con las piernas lastimadas por el duro camino por la selva, descansa antes de continuar su camino.

Migrantes venezolanos pagan un viaje en piragua a Meteti después de salir de la aldea de Canaan Membrillo.

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