Durmiendo con el enemigo en el hotel

SEVILLA.- Me siento un espía. En cierto punto, me irrita, lo juro. Dormir bajo el mismo techo que los gladiadores que harán lo imposible por amargar deportivamente a tu país es? algo irritante. Porque además, esos mismos hombres supermillonarios y ganadores despiden una humildad avasallante. A pocas cuadras de la Plaza de Armas, entre naranjos salidos de dibujos animados, el hotel Meliá Colón es el búnker del equipo español; también el mío.Se levantan temprano, desayunan todos juntos en la planta baja, se entrenan, regresan del estadio La Cartuja, se pierden por los salones en donde los esperan para hacerse masajes, cenan? siempre sonrientes. Sus horarios y los míos son prácticamente iguales. Menos mal que el técnico que reconfiguró la televisión de mi habitación ya me había pasado el chimento, porque si no la sorpresa hubiera sido mayor cuando abrí la puerta y, de repente, como una banda, por el quinto piso corrían Nadal, Feliciano López y Granollers, como niños en un recreo.Aún más agradable que ellos es Xisca, la bella novia de Rafa, con quien tuve un gran acto de caballerosidad y...

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