Dueños de todo o enemigos íntimos

Bien al Sur se descubren otras con apellido de peso. Historias de dueños de esquinas. Poder, fútbol y... migajas. Como Carlos Portell. Asumió la presidencia de en 1998, con el club en la B Nacional y al borde de la quiebra. Logró estabilizarlo y obtuvo el ascenso a primera, en 2001. Querido, idolatrado, fue reelegido en cuatro oportunidades, hasta que presentó la renuncia el 26 de junio de 2012, con el equipo al borde del colapso, del descenso y otra vez sumergido en un caos económico, con un déficit cercano a los 110 millones de pesos. Durante su gestión, Banfield fue campeón del Apertura 2009, su único título en el profesionalismo.

Son necesarios los antecedentes para comprender el presente: su último mandato fue tan cuestionado que la mayoría de los asociados pretende que sea expulsado de los padrones del club. Portell suele ser escrachado por un grupo hinchas del Taladro en su departamento de Las Lomitas, en el centro de Lomas de Zamora, y cada vez que es sorprendido mientras cena en reconocidos restaurantes. Permanece en ese selecto barrio mientras alterna su actividad empresarial privada con el cargo de inspector de estadios de la FIFA.

El caso de José Luis Meiszner tiene un parecido. El fútbol y los negocios. Su actividad privada comprendía un estudio jurídico y la asesoría letrada de la Cervecería Quilmes, mezclada desde joven con la dirigencia del Quilmes Atlético Club. Siendo vicepresidente, el equipo logró su único título en primera, en 1978. Posteriormente, ejerció la presidencia en distintos ciclos. En uno de ellos, siendo uno de los impulsores, en 1995, se inauguró el actual estadio Centenario - Dr. José Luis Meiszner. El último período presidencial no lo completó: renunció en marzo de 2011. Los socios cuestionaron su gestión y fue escrachado en su domicilio de Quilmes por la mala situación económica y deportiva del equipo, que se...