Un duelo sin final

El título de la nota podría remitirse al partido que Vélez le ganó a San Lorenzo 2 a 0 en la Bombonera, pero... apunta a ser más abarcativo. Podría referirse a las relaciones de los dirigentes con los barras, a la violencia en el fútbol argentino, a ver como el ganar "cueste lo que cueste" terminó de esfumar las formas, esas que decían (y todavía dicen) que los caminos elegidos son tan importantes o más que los resultados obtenidos. En realidad va más allá todavía. Podría definir la inseguridad que se vive en nuestro país en todos los sentidos y -¿por qué iba a ser distinto?- en un partido de fútbol. La tolerancia cero. No se acepta perder un partido. El "ganar o morir" siempre se cantó en forma figurada. Ya no.Porque no habría que olvidar cómo arrancó la historia del partido suspendido entre Vélez y San Lorenzo: el 20 de marzo murió Ramón Aramayo. De nada sirvió para pacificar el acto protocolar previo entre los presidentes Carlos Abdo y Fernando Raffaini, donde intercambiaron banderines. El mensaje alentador había sido para las cámaras y se derrumbó antes de la reanudación, antes de la pelea entre los periodistas partidarios por... ¿gritar un gol?, ¿ponerse una camiseta? El fútbol argentino vive amenazado por un fósforo que desate un incendio. Cualquier provocación justifica -para los hinchas y los protagonistas- la reacción. El mensaje de cordialidad los dirigentes estalló en mil pedazos cuando el martes, en la AFA, Vélez pidió por la suspensión y San Lorenzo se mantuvo inflexible.El fútbol argentino no puede dar garantías de seguridad ni siquiera en un partido que se juega a puertas cerradas. La Nacion informó ayer el ingreso en la Bombonera de Angel Caggiano, alias el Gato , un hincha de Vélez que se las arregló para burlar los controles y llegó a la platea junto con el catering. Pero fue identificado, se le labró un acta contravencional y fue retirado del estadio. ¿Yo señor? No señor. ¿Pues entonces quién...? Anoche, Raffaini...