Dudosas elecciones en El Salvador

Los resultados de la segunda vuelta de las recientes elecciones presidenciales salvadoreñas muestran un verdadero empate técnico. El candidato de la izquierda, el ex guerrillero Salvador Sánchez Cerén, aparece adelante en las cifras, con un margen de apenas el 0,22 por ciento de los votos (unos 8000) sobre el candidato del centro, el odontólogo Norman Quijano, que compitió con los colores del partido Alianza Republicana Nacionalista (Arena), aparece con el 49,89% de los votos y acaba de pedir la nulidad de la elección, al alegar que ha existido fraude porque, según sostiene, entre 30.000 y 40.000 votos desaparecieron del sistema electrónico de votación luego de haber sido emitidos.

Ante esta situación, el Tribunal Supremo Electoral ha dispuesto una auditoría completa de los resultados, que se supone estaría pronta para los primeros días de la semana que viene. Pero el pedido de nulidad de los comicios, efectuado por la oposición, augura que, si Sánchez Cerén asume el poder sin que se hubiera asegurado la necesaria trasparencia, su legitimidad podría quedar gravemente cuestionada, como lo está en Venezuela la de Nicolás Maduro, quien jamás llevó a cabo la auditoría total de los votos que le pidiera expresamente la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur).

De resultar proclamado presidente, Sánchez Cerén se transformaría, como ya sucedió con José Mujica en Uruguay, en otro ex guerrillero de la década de los 70 que ahora, y a través de las urnas, alcanza el poder en la región. Se trata de un maestro que fue uno de los principales hombres de la cúpula del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, y que, entre 1990 y 1992, representó al Frente en las negociaciones de paz que condujeron a los acuerdos de Chapultepec.

Sánchez Cerén obtuvo menos votos que su compañero de fórmula en 2009, el presidente saliente Mauricio Funes, quien había logrado entonces el 51,32% de los votos, contra el 50,11% de los votos hasta ahora...