Un drástico cambio de la política exterior

Una cierta inquietud se había apoderado de Mauricio Macri desde que Donald Trump ganó la presidencia. ¿Cuánto le llevaría al empresario norteamericano acomodarse a los esquemas y, sobre todo, a los límites de un jefe de Estado? ¿Qué prevalecería en Trump frente a Macri? ¿El hecho cierto de que se conocen desde hace mucho tiempo o, en cambio, la complicada relación que tuvieron como empresarios?

Las noticias que llegaban de Washington no lo tranquilizaban. El nuevo jefe de la Casa Blanca tuvo tensas reuniones con la canciller alemana, Angela Merkel, y con el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, entre otros. Al presidente de China, Xi Jinping, lo sorprendió en una comida con la novedad de que estaba bombardeando Siria. Él es así.

Trump es imprevisible para bien o para mal. Esta vez, contradiciendo todos los reparos, le dedicó al presidente argentino gestos de afecto y palabras de elogio. Es difícil encontrar un precedente de esas características en la historia local. "Fue una de las mejores reuniones de Trump con jefes de Estado", dijo una fuente del gobierno norteamericano. La decisión de autorizar la importación de limones argentinos es irrelevante por su monto (50 millones de dólares), pero su importancia radica en que es una excepción en su política proteccionista. De hecho, en estos días se enredó en duras disputas comerciales con el canadiense Trudeau y con los europeos.

En última instancia, lo que Macri necesita de Trump son esos gestos de confianza para que las empresas norteamericanas inviertan en la Argentina. Los empresarios de los grandes países industrializados suelen tener en cuenta la opinión de sus gobiernos para decidir sobre inversiones. La inversión es la gran apuesta del mandatario argentino. La inversión le permitiría enjugar el déficit fiscal y pagar la deuda que está contrayendo con crecimiento de la economía. Ésa es su disputa de fondo con algunos economistas ortodoxos: éstos analizan el déficit y la deuda desde el tamaño de la economía actual; el Presidente prefiere enmarcarla en un proceso de crecimiento sostenido.

Aunque también necesitará en algún momento sanear el gasto público, el arribo de capital privado podría hacerle políticamente menos costosa esa misión. El primer objetivo es Vaca Muerta. Ahí la inversión no tiene dudas, salvo las que puede plantear la política local. El programa de Trump (America First, que significa que los norteamericanos deben invertir en su país) es imposible de practicar en un...

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