Los dos idiomas de nuestra Babel

Un día, los antiguos pretendieron construir en la ciudad asiática de Babel una torre tan alta que llegaría hasta el cielo. La respuesta de Jehová, para castigar su soberbia, fue impedir que los constructores se comunicaran entre sí por no hablar el mismo idioma. Desde entonces, la torre de Babel se ha convertido en el símbolo de la incomunicación entre aquellos seres humanos que, por más que estén cerca por formar parte del mismo pueblo, no consiguen entenderse. Son un solo pueblo cuyos habitantes hablan dos idiomas. Una única Argentina dividida en dos. ¿No es éste, acaso, nuestro dilema? Para ponerlo en términos deportivos: ¿es posible jugar un partido si uno de los equipos juega al fútbol y el otro juega al rugby? ¿Cómo conciliar en el mismo campo dos diferentes reglas de juego?

El ejemplo más reciente de nuestra incomunicación es el trabalenguas que se ha formado en torno de la enigmática expresión 7-D. Para el Gobierno el 7-D, es decir, anteayer, era la histórica jornada en la cual derrotaría al Grupo Clarín ante la Justicia. Pero el 6-D, un día antes, la Cámara Civil y Comercial rechazó la demanda del Gobierno. ¿Cesará éste, por ello, su ofensiva contra Clarín? De ninguna manera. Sólo buscará una nueva forma de atacar porque, para él, la lucha continúa.

Unos juegan al fútbol, otros juegan al rugby. Cuando uno de los rivales marca un try lo celebra mientras el otro lo desconoce porque acepta, como válido, únicamente el gol . Ambos ganan y ambos pierden al mismo tiempo, de modo tal que su puja se vuelve interminable. ¿Habría alguna forma de superar este enredo? Sí, si los rivales decidieran jugar al mismo juego. Sólo así la victoria de uno se convertiría en la derrota del otro y la contienda, al fin, tendría un desenlace.

Cuando todos los rivales deciden someterse a una misma regla de juego, cuando aceptan el mismo código político, decimos que entre ellos reina la concordia , la "paz interior" que elogia el Preámbulo de nuestra Constitución. La discordia rige en cambio cuando difieren los códigos políticos de los rivales. En estos casos, vuelve Babel.

Para tomar un ejemplo reciente, los tres partidos principales de México acaban de firmar un acuerdo, el Acuerdo por México, en el cual se comprometen a respetar las mismas reglas en la lucha por el poder. Este acuerdo lo han firmado nada menos que el PRI, que dominó por décadas la política mexicana y después de perder frente al PAN por dos veces, en 2000 y en 2006, ha vuelto a ganar en...

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