Las dos grandes batallas de Javier Milei

El recién juramentado presidente de Argentina, Javier Milei, saluda a sus partidarios desde el balcón de la casa de gobierno en Buenos Aires, Argentina, el domingo 10 de diciembre de 2023

Desde la instalación del nuevo gobierno de Javier Milei, atravesamos un período de días electrizantes, con cantidad de discusiones y medidas del Gobierno y reacciones por parte de aquellos que se ven afectados. El viernes pasado, la Oficina del Presidente de la Nación emitió un comunicado muy curioso, inusual para cualquier gobierno, en el que consignaba que había habido una reunión de Gabinete y que el Presidente había respaldado a dos ministros: al ministro de Economía, Luis Caputo, por el paquete de medidas económicas que había anunciado el martes anterior; y a la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, por la estrategia que había diseñado en relación al control de la calle. ¿Esos dos ministros están debilitados y por eso necesitan el apoyo del presidente? Tal vez no sea la mejor pregunta. Lo que hay que leer de este comunicado es que estas son las dos grandes batallas que tiene Milei en su cabeza. Concreta y simbólicamente, a nivel ideológico, expresan mejor que otras políticas lo que él ha querido ofrecer desde el momento en que se incorporó a la misma política. Achicamiento del Estado, control del déficit fiscal, ordenamiento de las cuentas públicas y orden físico en la calle.

El pasado lunes, la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, titular de la cartera que engloba varios otros ministerios, entre ellos Acción Social y Trabajo, tuvo una intervención para hablar de un grupo de la vida pública argentina que son los piqueteros y planteó una nueva política en la que anunció que le van a quitar los beneficios del plan Potenciar Trabajo a aquellos que se movilicen para cortar la circulación. Este miércoles habrá una manifestación en el centro porteño en repudio a las medidas de orden público que pretende llevar adelante el Gobierno y en conmemoración de lo que fueron las manifestaciones del final del gobierno de De la Rúa.

El Gobierno está tocando un nervio que cuando uno mira la Argentina de los últimos 23 años, precisamente del 2001, es central en la vida pública, que es el problema de la pobreza y sus derivados. La Argentina fue durante toda su historia un país con pobres, pero es a partir de esa recesión de cinco años, que fue de 1998 al 2003 -con la gran crisis del 2001 en el medio-, que la Argentina se convierte en un país con otras características, con la pobreza como un fenómeno central del que se derivan muchas consecuencias. Efectos que tienen que ver con lo fiscal, la organización del trabajo, la desocupación y la marginalidad.

De aquello se desprende también una curiosidad: la organización de los desocupados y de los pobres en movimientos políticos, tema que ha llamado la atención de alguien que estudia la historia social de la Argentina como Juan Carlos Torre: "Acá hay algo que hasta ahora era incompatible con la teoría clásica del trabajo y de la acción sociales, que es la idea del desocupado como un sujeto político que se organiza por fuera del trabajo, en el barrio, y a partir de la desocupación y la pobreza. Es una rareza argentina". Estos movimientos sociales han adquirido un peso enorme, se han financiado con la política social y han ofrecido al Estado y los gobiernos, sobre todo a los gobiernos no peronistas, un trueque entre recursos y paz social.

Hay un trabajo del Centro de Investigación y Acción Social (CIAS), el instituto de los jesuitas que conduce Rodrigo Zarazaga, que analiza el cruce entre la acción social y la política, y lleva el título "Vendiendo paz social". Es lo que venden los movimientos sociales.

Movimientos sociales en la puerta de la CGT

Pettovello abre un abanico de problemas. Hay que entender aun así de qué está hablando. Dentro de la asistencia social, hay dos tipos de programas: los que tienen intermediarios y los que no. La Asignación Universal por Hijo (AUH) y la Tarjeta Alimentar, ambas incrementadas en los anuncios de Caputo, son asignaciones automáticas, no hay ninguna intermediación. Por el contrario, el programa Potenciar Trabajo, que absorbe otros programas anteriores, consiste en prestaciones económicas, en un pago que hoy está en $75.000, a cambio de un trabajo que tiene que realizar el beneficiario, que en general lo prestan cooperativas organizadas por los movimientos sociales. Muchos son los movimientos sociales que administran estos planes. En el centro de todos ellos, el más voluminoso, el Movimiento Evita. Dichos movimientos sociales, bajo su condición de organizadores de estas cooperativas, tienen una prerrogativa en la distribución de estos recursos. Son los encargados de certificar el presentismo de la persona pobre que fue a trabajar y, por lo tanto, merece tener la prestación. ¿Qué es lo que ha venido pasando a lo largo del tiempo? Que esa certificación de presentismo muy habitualmente la otorgan a cambio de que ese beneficiario que recibe los $75.000 se movilice en manifestaciones que, a su vez, permiten que esos movimientos sociales le muestren al poder, a la política y al Estado la capacidad que tiene para generar conflicto. Estamos hablando de 1.200.000 de planes aproximadamente. Cristina Kirchner, en el 2015, los dejó en 270.000. Macri los llevó a 750.000. Alberto Fernández los incrementó a 1.300.000 y terminaron disminuyendo a 1.200.000.

En reclamo por las bajas en el programa Potenciar Trabajo, los manifestantes cortaron el puente Pueyrredón

Existe entonces una opresión de algunos líderes de movimientos sociales sobre los pobres, que deberían tener un derecho automático a recibir esa prestación si es que trabajan. Sin embargo, tienen que pasar a besar la mano del puntero o a ir a una movilización para recibirla. Cuando se habla de inseguridad jurídica, se piensa en los grandes inversores, en las empresas multinacionales que vienen a comprometerse con la economía argentina. No hay peor inseguridad jurídica que la del pobre, que tendría un derecho que, en teoría, le da el Estado pero sobre el que debe negociar para acceder. Probablemente, cuando Milei habla de la...

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