Dos artistas chinos y una revolución invisible

Lo llaman "el rebelde desconocido". Ese hombre que se paró frente a una columna de tanques de guerra, el 5 de junio de 1989 en la Plaza de Tiananmen, sería presentado una década más tarde por la revista Time como una de las cien personas más influyentes del siglo XX. La imagen de aquel acto de coraje, registrada por los reporteros gráficos que cubrían las protestas contra el Partido Comunista Chino, recorrió el mundo esa misma noche y se convirtió en un símbolo del poder individual para forzar un cambio en la dirección política de un país.

En China, la misma imagen fue usada por el gobierno como símbolo del cuidado de los soldados del Ejército Popular de Liberación para proteger al pueblo: a pesar de las órdenes de avanzar, el conductor del tanque rechazó hacerlo si eso implicaba dañar a un ciudadano. Un cuarto de siglo más tarde, dos artistas chinos vuelven sobre los mismos temas: ¿cuál es la forma más efectiva de denuncia? ¿Y hasta qué punto una fotografía puede ser usada para servir a distintos intereses?

"Sí, soy un guerrillero y tengo mis responsabilidades", dijo ayer Zhang Dali, en teleconferencia desde China, para responder a una pregunta de los periodistas reunidos en el Museo de Arte Contemporáneo de Buenos Aires (Macba). Allí presentará hoy al público obras que jamás fueron expuestas en su país junto con fotografías de su compatriota Liu Bolin, también conocido como "el hombre invisible". "En China, el artista es considerado un intelectual -aclaró Zhang-. Y nuestra responsabilidad es promover cambios para mejorar la sociedad."

Esos cambios buscaba Liu cuando decidió retratarse camuflado entre los restos del taller que tenía en Pekín, y que el gobierno demolió en 2005. Como el desconocido de Tiananmen, apeló a un simple gesto pacífico para llamar la atención mundial sobre la libertad creativa de los artistas en China. "Lo que me hace invisible hace pensar a la gente", dice Bolin sobre su serie Escondiéndose en la ciudad, iniciada con el registro de aquella protesta silenciosa y ahora presentada en el Macba.

Mediante un complejo proceso que involucra performance, pintura y fotografía, este artista denunció en su país temas tabú como la ley de planificación familiar o el desempleo que generó la transición de una economía planificada a otra de mercado. Pero también puso el cuerpo para señalar las manifestaciones en Francia, la guerra en Medio Oriente o el calentamiento global. En Buenos Aires, en el marco de la Bienal de Performance...

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