Dos álbumes ineludibles

Va a hacer un mes ya que Martha Argerich y Daniel Barenboim tocaron juntos en Buenos Aires, y falta poco menos de un año para que vuelvan a encontrarse aquí. Pero las casualidades, o más bien la ocasión comercial de la industria discográfica volvió a reunirlos ahora, aunque separados, con dos novedades. No es en este caso un disco de dúos, como el que salió el año pasado. Son esta vez dos CD dobles en los que cada uno de ellos toca en su propio plan.

Carte Blanche es el nombre del registro de Argerich, que se remonta a julio de 2007, y a uno de esos conciertos gregarios de cámara y de repertorio generoso que tanto le gustan a ella. La locación fue en esta oportunidad Verbier, como otras veces fue Lugano, y los invitados son su familia musical de los últimos años: Mischa Maisky, Renaud Capuçon, Gabriela Montero, Lang Lang, Yuri Bashmet. Como siempre, los resultados son fabulosos. Uno tiene la sensación de escuchar una conversación entre amigos, pero no cualquier conversación, sino una en la que la inteligencia musical es llevada lo más lejos posible, hasta el punto en que cualquier réplica, cualquier mínimo asentimiento se vuelven significativos. Un ejemplo entre muchos podría ser el Rondo en la mayor D. 951 para piano a cuatro manos de Schubert, que está recorrido de principio a fin por el mayor cuidado, una delicadeza muy vienesa y una respiración casi repentista. Argerich y Lang Lang vuelven a brillan en un carácter muy diferente, el de Ma Mère l’Oye de Ravel. En 2006, Martha había tocado (y grabado) con Gidon Kremer, en Berlín, la Sonata para violín y piano n° 1 de Béla Bartók. Aquí, con Capuçon, la lectura está en la misma línea pero va más al fondo: los giros de carácter son todavía más bruscos y eso es algo que se advierte también en el Trío en re mayor de Beethoven. No es que falten transiciones; parece más bien como si la abreviación brutal de las transiciones fuera otra manera de entender la transición.

También Barenboim está en compañía de un viejo conocido: Gustavo Dudamel. Con él al frente de su orquesta, la Staatskapelle de Berlín, Barenboim es solista en los dos conciertos para piano de Brahms. Antes de irse de Buenos Aires, el maestro dijo, a propósito de esta versión, que, para él, era la mejor que había logrado en términos pianísticos. No se equivocaba. Barenboim, por supuesto, no ignora que la extrema...

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