La doble tragedia de los Lanús-Moreno Vivot. Hace cinco días enterraron a un hijo y ahora temen que la Justicia les saque a otro chico

Pablo Lanús y Elena Moreno Vivot

Pablo Lanús y Elena Moreno Vivot deberían estar atravesando su duelo en paz. Hace cinco días, el lunes 9 último, enterraron a su hijo Santiago. Una rama lo golpeó en la cabeza. Tenía apenas seis años. Sin embargo, están de pie para atender una causa urgente, que no puede esperar: "Tenemos miedo de que la Justicia nos arrebate otro hijo. Con todo el dolor adentro, vamos a dar esta batalla. Santi nos acompaña desde arriba, porque quería a su hermano menor más que nadie", dicen.

"QUERIAMOS COMPARTIR LAS BENDICIONES QUE RECIBIMOS"

En 2019, Pablo Lanús y Elena Moreno Vivot decidieron concretar un proyecto solidario que venían postergando por años: convertirse en "familia de tránsito". Querían transformar su hogar en un puente de amor y cuidado para chicos que esperan ser adoptados. Sentían que habían recibido demasiadas bendiciones y querían compartirlas. No faltaban chicos en su casa, ya tenían cinco hijos: Marcos, Alfonso, Catalina, Mateo y Santiago. Jamás fantasearon con la idea de adoptar.

Elena: Siempre trabajamos los dos. Yo medio tiempo, porque me dedicaba mucho a mis hijos. Pero era un tema muy hablado entre nosotros. 2018 fue un buen año en el trabajo de Pablo, que tiene una empresa que alquila vajilla, y eso me permitió dejar de trabajar. Entonces dijimos "animémonos".

Pablo: Teníamos muchos miedos. Sobre todo nos preguntábamos cómo le iba a afectar nuestra decisión a nuestro hijo menor, Santi , que tenía 3 años.

Se pusieron en contacto con un hogar para chicos de San Isidro. De ahí los derivaron a una oficina del Servicio Zonal y finalmente fueron inscriptos en el programa Familias Solidarias. Terminaron los trámites en mayo de 2019. Dos meses después, el 3 de agosto, los llamaron para decirles que había un chico al que podrían darle abrigo de forma transitoria. Que lo tenían que pasar a buscar. Como se trata de un menor, no pueden revelar su nombre ni exponerlo en fotos. Elena pide que lo llamemos José. "Porque lo encomendé a San José, patrono de la familia", insiste.

Pablo Lanús y Elena Moreno-Vivot

-¿Cómo fueron los primeros días de José en su casa?

Elena: Fue pura emoción. Lo fuimos a buscar todos juntos, el 4 de agosto de 2019. Pero sus primeros días en casa fueron dificilísimos: no paraba de llorar.

Pablo: Lloraba, le tenía miedo al agua, se pegaba unos sustos tremendos cuando pasaba el carro del botellero… No había forma de calmarlo. Claro: no nos conocía, no éramos nada para él. Tenía apenas 4 meses. El vínculo se fue dando naturalmente, con el tiempo.

Elena: Nos fuimos juntos de vacaciones y después llegó la pandemia. Estábamos sin ayuda, como todo el mundo, con seis chicos, cada uno con sus zooms de colegio… Nos desbordamos. Todos mis hijos se involucraron en el cuidado de José: lo bañaron, le dieron de comer, lo ayudaron a dormir.

-¿Todos sabían, desde un principio, que José iba a permanecer con ustedes por un tiempo determinado?

Elena: Sí, estaba claro.

-¿Cómo se construye el vínculo con un chico que pasa por tu casa y por tu vida "solo por un rato"?

Elena: Cuando llega, naturalmente ponés algo de distancia. Pensás: "Es un bebé en tránsito, se va a ir". Pero enseguida dijimos: "Este chico, si vive así, no va a saber nunca lo que es un vínculo real. Necesita amor". Y se lo dimos, como si fuese un...

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