Divino amore: un desbocado melodrama que, decididamente, no le teme al ridículo

Los cuatro exquisitos artistas posan para la foto en el escenario del Teatro de la Ribera. Son Marcos Montes, María Merlino, Alejandra Radano y Carlos Casella. Desde hoy, son los protagonistas de Divino amore, melodrama religioso, musical y cómico, la última creación de Alfredo Arias, otro artista exquisito.Salvo Merlino, los tres primeros ya son partes fundantes en las creaciones de este señor de fina estampa que se instaló en París a fines de los revoltosos sesenta, en donde armó un grupo, el TSE, que adquirió fama y valor de hito. Desde hace más de una década, según reconoce el creador, él vuelve a Buenos Aires por ellos. Merlino es la nueva. Que ella forme parte de esta atractiva paleta de actores, cantantes y bailarines tiene que ver tanto con su propia capacidad como intérprete como con su reciente tránsito artístico, en el cual Arias reconoce caminos, citas y referencias similares. En los primeros encuentros, María reconoce que la daba "cierta cosita". Ahora, luego de tantos encuentros, todos parecen divertirse en eso de sumarse a un juego de tan diversas capas en las que se cruzan referencias culturales, citas, imaginarios colectivos y vivencias del creador de este nuevo viaje escénico.Los inicios de cada uno de estos viajes parecen tener un misma hoja de ruta, un mismo protocolo. Marcos Montes cuenta que Alfredo llega al primer ensayo con la idea total en su cabeza. "Viene con un concepto que tiene que ver con su amplia experiencia frente a cualquier tipo de montaje. Su rigor plástico es contundente, llega con un concepto acabado del material, con un pequeño movimiento a adaptar en el mismo proceso. Su modo de creación es muy distinto del modo local de ir viendo en el andar".Cuando Carlos Casella se sumó a este clan, implicó dejar atrás esa energía desbocada que había definido su tiempo como parte fundante del grupo El Descueve para poner esa misma energía a disposición de un nuevo aparato teatral. Sabe de eso, es la quinta obra en la que trabaja que lleva su firma. "Siendo un hombre de teatro y de la escritura teatral, yo lo considero un gran coreógrafo. Su dramaturgia está muy ligada al espacio. Verlo marcar es mágico. Y cuando te presenta el libro ya sabe exactamente qué vas a hacer, cómo vas a mover las manos. Te da un esqueleto perfecto al cual luego vos le ponés lo que él ya sabe que le vas a poner", apunta.Alejandra Radano repara en otro aspecto de su producción, que interpreta como una obra integral, un todo que va...

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