La distopía de la cuarentena

La cuarentena tiene en la Argentina rasgos parecidos a los de una distopía. El más evidente está en el área metropolitana: el lugar desde donde surge el 50% de toda su producción económica es al mismo tiempo el más poblado y, por lo tanto, el más expuesto al contagio del Covid-19 si se reinicia la actividad. Una trampa perfecta: a mayor esfuerzo con el aislamiento, menores ingresos. La apuesta elegida por el Gobierno para aplanar la curva de infectados, vivir un peor presente por miedo a un desastre en el futuro, celebrada no bien llegaron los primeros casos, acaba de entrar en su fase objetable: es desde hace algunos días motivo de discusión entre empresarios, intendentes y funcionarios provinciales y nacionales.La Capital Federal y el conurbano bonaerense conforman el núcleo de este gran desvelo. No solo por lo que pasa a cada lado de la General Paz, sino por los vínculos laborales existentes entre uno y otro distrito. Fernán Quirós, ministro de Salud porteño, tiene con el uso del transporte público los mismos reparos que los funcionarios de Axel Kicillof o que Fernando Espinoza, intendente de La Matanza, que detectó uno de sus primeros casos de Covid en una empleada doméstica que se había contagiado en Belgrano, su lugar de trabajo. El miedo es en realidad el mismo que en todo el mundo: la guardia del hospital saturada. Débora Giorgi, secretaria de Producción del municipio, les transmitió la inquietud de su jefe a industriales urgidos.Por eso la flexibilización para cada sector bonaerense viene teniendo, a pesar del decreto de Kicillof que les da atribuciones a los intendentes, un ritmo bastante inferior al gradual. La lista de remolones coincide con las zonas de mayor actividad: Vicente López, San Martín, La Matanza, Malvinas Argentinas, Avellaneda, Pilar y La Plata. "Que yo sepa, la cuarentena era para aplanar la curva, no para erradicar el virus", se quejó ante este diario un empresario pyme. Parte del staff de la Unión Industrial Argentina les hizo anteayer el planteo a Ariel Schale, secretario de Industria de la Nación, y a Augusto Costa, ministro de la Producción bonaerense, en una teleconferencia por Zoom. Fue una conversación amable, pero volvió a detenerse en el punto muerto de la cuestión, el transporte. ¿Están todas las empresas en condiciones de, por ejemplo, garantizar taxis y remises que lleven pasajeros únicos o combis que ocupen solo los asientos de las ventanas? Matías Kulfas, ministro de la Producción, ya lo había...

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