Un disparo catalán desde la voz de Xavier Ribalta

Cuenta la leyenda que en época de la Guerra Civil Española, de este lado del Atlántico inmigrantes españoles que estaban en bandos enfrentados mantenían acaloradas discusiones en bares ubicados en las cercanías de la Avenida de Mayo y 9 de Julio. Se dice que hasta volaban sillas y algunos puñetazos. Sentarse a la mesa de un café de Avenida de Mayo al 1200 podría ser hoy una manera onírica de cruzar una puerta imaginaria y de emprender un viaje hacia esa época y hacia esa España dividida. Para el recorrido, nada mejor que los poemas de Màrius Torres (1910-1942), poeta bendito que puso luz en palabras catalanas a los sucesos de esos años y de su propia vida. Debilitado por la tuberculosis, murió solo, en 1942, en un hospital de Barcelona, mientras toda su familia, de gran compromiso republicano, vivía exiliada en Francia."Me he despertado, solo, en un antiguo jardín, que no sé si es mi cárcel o mi imperio", escribía en 1937. Torres no vio su obra publicada. Pero hubo quienes se ocuparon de editarla e, incluso, de cantarla. El cantautor Xavier Ribalta, uno de los principales referentes de la nueva canción catalana desde mediados de la década del 60, musicalizó algunos poemas y, con los años, armó un repertorio de 14 piezas que fueron grabadas por él y por la Orquesta Sinfónica Julià Carbonell de Las Tierras de Lérida, con arreglos de Albert Guinovart.Nativo de Lérida (como Torres), Ribalta está en Buenos Aires para culminar con su concierto de esta noche, en el Margarita Xirgu, Chacabuco 875, una gira por varios escenarios argentinos que le tomó más de un mes. Trae las canciones de Torres y otros éxitos de su carrera; pero ahora tiene más ganas de hablar que de cantar, sentado a la mesa de ese café que es portal de acceso a Màrius."Creo que la primera edición de sus obras es de 1944. A mí me llegó de una manera milagrosa. Estaba en un restaurante de Barcelona, se me acercó un hombre y me dijo: « ¿Usted es Xavier Ribalta? ¿Se va a quedar un rato aquí? Tengo algo para usted». Le dije que recién llegaba, que estaría allí un rato. A los 20 minutos volvió con un paquetito. «Creo que le va a interesar y va a hacer un buen uso de él.» Lo que me regaló fue la primera edición de Màrius Torres, editada en México por su amigo Joan Sales. Me ha acompañado desde aquel entonces. Es como una Biblia, como un Evangelio. Bueno, yo digo que Màrius me mandó a ese ángel. Torres dejó 96 poemas. Yo tenía noción de Torres por ser de Lérida. Sabía quién era su padre, alcalde...

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