Los que disfrutan de una ópera

No es ningún precepto bíblico y ni siquiera proverbio de larga data, pero bien podríamos afirmar, sin demasiada originalidad, que plagada está la historia de fracasos. En el caso de la música, podríamos agregar de fracasos iniciales, esos primeros contactos que sólo generan resquemores y espantos. Y como último apéndice, podríamos completar, de fracasos iniciales que luego se transformarían en sucesos rotundos, en auténticas obras maestras que nadie osa discutir.A fuerza de verdad, esta última posibilidad es la excepción porque son infinitas las piezas que fueron estrenadas con rechazos manifiestos y que nunca más regresaron para una segunda oportunidad. Pero las crónicas más picantes se detienen en aquellas obras que concitaron la furia y a las cuales el paso del tiempo no hizo sino favorecerlas. Una de éstas fue El amor por tres naranjas, esa comedia operística feérica, grotesca, algo surrealista y deliciosa en la cual Prokofiev aplicó...

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