El disenso de los argentinos

En ocasión de celebrarse un nuevo aniversario de la Revolución de Mayo, diversos encuestadores aprovecharon la oportunidad para pedirles a los ciudadanos un balance de estos últimos diez años, es decir de la década en la cual los Kirchner ejercieron el poder. Si el pronunciamiento ciudadano hubiera sido perfectamente "equidistante", las cifras se habrían repartido en tres partes aproximadamente iguales, una a favor del Gobierno, otra en contra y la tercera, neutral. Pero éste no fue el caso, ya que hubo, en el momento de dilucidarse la encuesta, una parte mayoritariamente opositora y otra minoritariamente oficialista, mientras que el propio oficialismo perdía gradualmente posiciones a medida que se acercaba la fecha-límite de las elecciones parlamentarias del próximo 27 de octubre.Lo que más llamó la atención de los observadores fue el carácter "simétrico" de los pronunciamientos ciudadanos, en el sentido de que lo que ganaba un bando en una punta tendía a perderlo el otro en la otra, mientras que las posiciones "tibias" o "intermedias" de los que vacilaban o se quedaban en el medio se iban despoblando. Desde el punto de vista estadístico, lo normal es, sin embargo, que a medida que avanza una campaña electoral, las aristas de las posiciones extremas se vayan limando. La campaña electoral de 2013 ha sido curiosa desde este punto de vista porque, en lugar de moderar las posiciones iniciales de los ciudadanos -según la idea de Lavagna de que los argentinos debiéramos formar un vasto "centro" corriéndonos desde donde estamos las radicalizó al contrario en ambas direcciones. Mientras los kirchneristas estaban más kirchneristas que en el comienzo, los antikirchneristas viajaban con igual énfasis hacia la otra punta. El antikirchnerista empezó a definirse cada día más como un opositor ; el kirchnerista, a su vez, como un militante . El país, como consecuencia, terminó más dividido que al principio.El ejemplo extremo de esta recíproca radicalización se dio cuando la Presidenta exhortó a sus propios militantes a luchar en la calle contra el alza de los precios. A partir de esta convocatoria, la campaña electoral se empezó a parecer cada vez más a una confrontación de masas que a una confrontación de ideas; más a una pulseada que a un auténtico debate. La palabra justa que habría que emplear aquí sería polémica más que "debate" porque el griego polemós quiere decir "guerra" y por extensión "guerra mediante palabras". Una guerra que sólo quiere "matar" al...

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