Los diseños de una época

Las joyas del guardarropas de Sofía Charpentier, como este kimono de seda confeccionado en Japón con el que posó en 1908, fueron donadas al Museo de la Historia del Traje

Cuando habla de su abuela es tan preciso que parece que la estuviera viendo. Quizás por los adjetivos que selecciona para describirla, o tal vez por la entonación con que los pronuncia. "Distinguida"; "de nivel", "exquisita". Mauro Herlitzka acentúa sin disimulo los detalles de opulencia de su ascendiente. Cuenta que la casa que habitaba era de 1700 m2, tenía jardín y tres plantas, que había once personas de servicio y chofer a disposición; que recibía visitas "muy importantes" a diario y que la filantropía era parte de la cotidianidad.

El buen gusto, la influencia y el estilo de vida propio de las referentes sociales de la época son perlas de un collar que, en el relato, su nieto va engarzando para volver a abrazarla a través del tiempo.

Sofía Charpentier de Herlitzka fue una clásica mujer de alcurnia porteña en las primeras décadas del siglo XX. Inmigrante proveniente de Francia , formó una familia junto a un ingeniero de origen italiano que se había instalado en la Argentina como director delegado de la Compañía Alemana Transatlántica de Electricidad.

Se conocieron en alta mar, a bordo del buque Cap Blanco que partió de Liverpool con él, pasó por Burdeos donde subió ella y llegó a Buenos Aires donde ambos ya residían por separado y, juntos, desplegaron una vida esplendorosa a partir de 1904.

Mauro Herlitzka la reconstruye. Recorre la vivienda de sus abuelos que fue demolida en los años 70. La casona ubicada Arenales entre Carlos Pellegrini y Cerrito fue arrasada junto a tantas otras para dejar lugar a la Avenida 9 de Julio.

Allí dentro, la pasión coleccionista y el refinamiento estético de Sofía Charpentier lo impregnaba todo: desde las valiosas obras de arte hasta la vajilla, el mobiliario y las prendas de vestir que lucía con tanta devoción como elegancia.

Allí dentro, la pasión coleccionista y el refinamiento estético de Sofía Charpentier lo impregnaba todo: desde las valiosas obras de arte hasta la vajilla, el mobiliario y las prendas de vestir que lucía con tanta devoción como elegancia.

La misma pasión que heredó de su abuela, lo empujó a Mauro a dedicarse al universo del arte; fue uno de los creadores de Fundación Espigas, lleva adelante la galería Herlitzka + Faría, es coleccionista y, también, donante. Su último aporte es el que nos invita a evocar a Sofía.

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