Discurso presidencial: muchos objetivos voluntaristas sin recursos ni plan para cumplirlos

Alberto y Cristina en la inauguración de las sesiones ordinarias legislativas 2022

El mensaje de Alberto Fernández abundó en objetivos voluntaristas y anuncios de decenas de proyectos de ley que requerirían al Congreso sesionar todos los días -y hasta horas extra para tratarlos-, pero dejó un gran interrogante sin respuesta: ¿de dónde sale la plata? Sobre todo, cuando tampoco esbozó nada que se parezca a un programa macroeconómico para enmarcarlos y llevarlos adelante.

Sin estos dos elementos, hablar ahora de un "momento bisagra" para el crecimiento de la Argentina se reduce a una expresión de deseos huérfana de fundamentos . En vez de generar confianza y estimular la inversión del sector privado en sentido amplio, producen el efecto opuesto; salvo para un puñado de actividades seleccionadas a dedo por el Estado deficitario, sin moneda ni reservas, que no deja de endeudarse en pesos ni de intervenir en la economía.

Tampoco ayuda el diagnóstico presidencial destinado a complacer a la impasible Cristina Kirchner y recibir los aplausos de las bancadas oficialistas en el recinto.

Según esta visión, todos los problemas nacieron durante la gestión de Mauricio Macri y concluyeron con el heterogéneo rebote económico de 2021 (a base de obras públicas y "maquinita") que retrotrae el PBI a los niveles pre-pandemia de fin de 2019, cuando el propio Gobierno los calificaba como "tierra arrasada". Este supuesto logro deja de lado la década de estancamiento que arrastran la economía y la creación de empleos privados con una inflación creciente de dos dígitos anuales que aumenta la pobreza.

Contra lo que se suponía, Alberto Fernández admitió implícitamente que el acuerdo para reestructurar la deuda con el FMI todavía no está cerrado, al señalar que prevé enviarlo esta semana al Congreso con todos los detalles. Pero repitió los mismos argumentos utilizados cuando anunció el principio de entendimiento el 28 de enero, sólo que con un tono épico. De ahí que proclamó un acuerdo sin políticas de ajuste ni tarifazos, con incrementos del gasto real todos los años, expansión de infraestructura, políticas productivas y sociales, además de celebrar que no habrá reforma previsional ni laboral. No obstante, reconoció que deberá reordenar la política fiscal, monetaria y "atacar cada una de las causas de la inflación multicausal".

Aquí el interrogante aún sin respuesta es cómo se corregirán los desequilibrios macroeconómicos de arrastre, por más que se enarbole la premisa...

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