El dilema de las previas: ¿cómo negociar con los chicos?

"A ver, ¿me podés mostrar qué llevás en esa mochila", preguntó Javier, el dueño de casa, justo antes de que el adolescente trasponga la entrada. Sorprendido y sin emitir sonido alguno, el muchacho procedió con toda la velocidad que le permitieron sus nervios a abrir la mochila delante de los ojos del adulto, quien en fracción de segundo le devolvió la mirada: "Nada de alcohol, ¿no?". El joven negó con la cabeza: "Me dijeron que no se podía...". Sólo entonces Javier se permitió una sonrisa: "Perfecto, pasá, los chicos están en el fondo. Yo soy Javier, el papá de Laura, saben tus papás a qué hora te tienen que venir a buscar, ¿no?".

Improvisados patovicas, algunos padres no dudan en llevar adelante este tipo de requisas junto con otras impostadas acciones de cariz policíaco para marcar la cancha y evitar así que las juntadas de sus hijos adolescentes se salgan de cauce. En el otro extremo del espectro actual de cómo se concibe hoy la paternidad, hay padres que ni se mosquean ante la posibilidad de dejar el hogar familiar bajo la responsabilidad del adolescente y salir, sin saber quiénes ni cuántos serán de la partida esa noche. En el medio, son muchos los que, contentos con la idea de que hoy buena parte de la diversión nocturna adolescente transcurre dentro del hogar propio o ajeno, se preguntan cómo hacer para poner límites a sus hijos (y a los amigos de sus hijos) en esa difícil e inevitable etapa de la pubertad ante conductas tales como el consumo de alcohol, tabaquismo, drogas ilegales y sexo.

"Los adolescentes creen superar las inhibiciones con la previa y con el consumo abusivo de alcohol, y este tema debe ser el inicio del diálogo, no desde el castigo o el reproche, sino de acompañarlo en la búsqueda de la solución al problema desde otra mirada. La previa y el consumo abusivo de alcohol es el síntoma y al mismo tiempo llega a ser una enfermedad", advierte la psicóloga Eva Rotenberg, fundadora de la Escuela Para Padres Multifamiliar y asesora del Ministerio de Educación de la Organización de Estados Iberoamericanos. "La conducta permisiva es la que conduce al abandono del menor; la dictatorial, sin un acercamiento real entre padres e hijos, sólo refuerza los síntomas", agrega.

¿Cómo poner límites, entonces, sin que interfieran con la vida social de los hijos o que los avergüencen frente a los demás? Esta es la gran pregunta, porque los límites son necesarios para velar por la integridad de ellos, sus amigos y sus hogares. "El tema del alcohol o del cigarrillo lo tengo superhablado con mis hijas", cuenta Vanesa Rivi, mamá de dos chicas de 13 y 14 años, que los fines de semana van a juntadas o son sus anfitrionas. "No se fuma y no se toma alcohol, y ellas lo saben. Una vez uno de los chicos sacó un paquete de cigarrillos en una juntada en casa y yo le dije que se vaya", cuenta Vanesa.

"Otra vez, uno de los chicos le pidió a una de las chicas si le traía una cerveza ya que en la heladera del quincho suele haber bebidas y ella misma le dijo: «acá no...

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