La digestión de una derrota

En 1822, en Michigan, Estados Unidos, un empleado de una compañía de abrigos de piel, Alexis St Martin, sufrió accidentalmente un disparo de mosquete en el estómago. De la herida salieron pedazos del órgano, así como comida en proceso de ser digerida. Le salvó la vida un médico, el Dr. William Beaumont, con quien estableció, a partir de ese momento, una curiosa relación. A St Martin le quedó una fístula que nunca terminó de cerrar a través de la cual Beaumont pudo observar a lo largo de muchos años -de modo directo y extrayendo muestras- el proceso digestivo. Mucho de lo que se sabe sobre el funcionamiento del estómago y la descomposición del alimento en sus elementos nutricios se debe a estos legendarios estudios.

La derrota del kirchnerismo en la ciudad de Buenos Aires, a manos de Mauricio Macri y por un margen mucho mayor de lo que se esperaba, permitió un espectáculo similar al de las vísceras de Alexis St Martin: la posibilidad de ir viendo en vivo y en directo cómo se digería la derrota. Lo que se pudo apreciar fue, como en el caso de aquel heroico estómago, desagradable y apasionante. En los días posteriores al resultado comicial, las fuerzas del gobierno nacional, que apoyaban la candidatura del senador Daniel Filmus, no sólo no pudieron unificar un discurso, sino que se dirigieron en sentidos opuestos. Un grupo, representado por el propio candidato, entendía que la tarea más urgente era seducir con buenos modales a quienes no habían votado por él. Representando lo reprimido que sale a la conciencia sin pedir permiso, otros adherentes y funcionarios se dedicaron a descalificar violentamente a los votantes que prefirieron al actual jefe de gobierno.

Aníbal Fernández, el publicista oficial Fernando Braga Menéndez y, desde un lugar más inorgánico, Fito Páez, surgieron como El otro yo del Dr. Merengue , aquel personaje de historieta que ponía en palabras lo que el atildado Dr. Merengue no se atrevía a decir. El tema no terminó ahí porque representantes del primer grupo decidieron criticar al segundo y viceversa. Si seguimos las reacciones a los resultados, vemos que su sucesión responde fielmente al manual del duelo: primero, la negación; luego, la ira. Como la siguiente etapa corresponde a la negociación -mala palabra para el oficialismo-, allí se abandonó la ortodoxia y lo que siguió fue el caos.

En el primer día, el de la negación, el discurso público rescataba lo poco que podía decirse de bueno para las fuerzas oficialistas: que el...

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