El difícil desafío que enfrenta la coalición opositora

En un sistema presidencialista como el nuestro, no tenemos experiencia sobre el gobierno de una coalición de partidos. Esta forma de gobierno es más bien propia de los sistemas parlamentarios de democracias más consolidadas y con partidos políticos más disciplinados.

El funcionamiento de la coalición de los partidos que integran Juntos por el Cambio, y que enfrenta al peronismo kirchnerista, sugiere algunas reflexiones. La primera es que todos los partidos han sufrido la influencia del corporativismo populista, y si bien son de inspiración democrática, su organización y su moral no se ajustan a la inspiración que los guiaba.

La segunda reflexión y fuerte sugerencia es que los dirigentes que han lanzado su candidatura presidencial para las próximas elecciones no deberían ser los presidentes de los partidos políticos que integran la coalición, porque no están en condiciones de actuar con la serena imparcialidad, no exenta de la dignidad, que la crisis requiere. Cabe recordar que la carta orgánica de la UCR prohibía que el presidente de la Nación fuera presidente del partido. El presidente Alfonsín, abrumado por los conflictos que le causaba el partido, logró que la convención modificara la carta orgánica y asumió la presidencia del partido. Fue un error.

Durante la presidencia de Illia, Balbín fue el presidente del partido. Entre ellos existía un trato muy respetuoso, no se tuteaban, y la relación fue bastante buena. Sin embargo, surgió un problema. Balbín a veces llevaba propuestas que Illia no quería aceptar, entonces el presidente concurría a la reunión con el edecán militar, lo que impedía tratar la propuesta. La presencia del edecán militar en la Casa de Gobierno es absurda, proviene de la tradición autocrática prusiana del ejército de Roca. El edecán solo debería participar en las ceremonias militares en las que concurre el presidente o en los actos protocolares que justifiquen su presencia. En la Casa Rosada no debería existir la Casa Militar, porque parece una casa dividida. La seguridad del presidente debería estar a cargo de civiles especializados en la materia.

La tercera reflexión se refiere a las decisiones que deben tomar los presidentes de los partidos, y que deben ser obligatorias para la coalición. Si la coalición aprueba, como debería ser, un programa socioeconómico para la próxima elección presidencial, o surgen conflictos de otro orden que deben ser decididos mediante el voto, surge el interrogante de cómo se deben...

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