Diez propuestas teatrales de cruce y sin fronteras

Cien artistas involucrados. Entre ellos diez directores argentinos y diez dramaturgos internacionales. ¿La propuesta? Que cada uno de los nacionales haga la puesta en escena del texto de uno de los extranjeros. Desde hoy y durante las próximas dos semanas se estrenarán en siete salas independientes (El Camarín de las Musas, el Teatro del Abasto, Timbre 4 y La Carpintería, entre otros), los diez montajes concebidos en el marco del Festival Internacional de Dramaturgia Europa + América. La programación completa puede verse en festivaldramaturgia.com.ar

En un espacio de cruce inédito producido por Eunic (la red mundial que agrupa a los Institutos Nacionales de Cultura de los estados miembros de la Unión Europea) con el apoyo de las embajadas y otras instituciones culturales y curado por Matías Umpierrez, las obras que surjan reestrenarán a partir de febrero. Aquí, un breve repaso por cada propuesta.

Medea del Olimar, de Mariana Percovich (Uruguay), con dirección de Román Podolsky.

Un unipersonal basado en hechos reales. "Un material que pone en juego -sin terminar de resolverlo ni de cerrarlo- la tradición cultural trágica y occidental encarnada en la figura de Medea con el hecho contingente, oriental (por uruguayo) folklórico de un filicidio perpetrado en el medio del campo", según Podolsky, el director, dramaturgo y docente que se encargará de la puesta.

La ciudad, de Martin Crimp (Reino Unido), con dirección de Cristian Drut.

Cuenta la historia de un matrimonio bien constituido con unos hijos adorables y una vida estable hasta que entra en escena una misteriosa enfermera. "Aunque la obra tiene esa cierta cosa de cámara, uno tiene la sensación de que Crimp escribe para grandes espacios donde no le importa mucho cómo aparecen y desaparecen las cosas", explica Drut. Una libertad que se pone de manifiesto "en una escritura despreocupada de la dirección".

Mi hijo sólo camina un poco más lento, de Ivor Martini? (Croacia), con dirección de Guillermo Cacace.

Un drama que gira en torno a cómo aceptar al otro y cuyo conflicto está en la relación entre una madre y su hijo, que padece una enfermedad innombrada. Cacace confiesa que siempre prefiere dirigir todo aquello que tenga alguna marca de ajenidad: "Que me invite a un universo diferente al mío". Aunque reconoce que el tema de la obra es universal y le recuerda los casos de Orestes y Hamlet, explica que "los condicionantes de la acción son los que ponen de manifiesto la particularidad, el rasgo...

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