Diego Forlán, un trotamundos en casa: el DT que nace, el tridente que lo inspira y la pelota que domó como nadie hace 10 años

¿Cómo es quedarse quieto? Para Diego Forlán, que pasó más de 20 años de su vida armando y desarmando valijas, "un disfrute". Los días de pandemia lo encuentran en Montevideo, donde empezó todo. La vida circular del deportista global, tanto andar para volver a casa. No hace tanto que aterrizó de un viaje en continuado por ocho destinos alrededor del mundo para jugar en nueve clubes: fijó residencia en Argentina, Inglaterra, España, Italia, Brasil, Japón, India y Hong Kong. Además de su tierra, claro, adonde se dio el gusto de ponerse la camiseta de Peñarol, la misma de su papá. Cuestión de genes: Diego fue futbolista antes de nacer. Y uruguayo, bien uruguayo: nada le mueve más los músculos de la cara que recordar sus años en la selección, ahora a diez años de la gesta de Sudáfrica, cuando la Celeste arañó la final y terminó cuarta.El coronavirus se presentó cuando Forlán acababa de inaugurar su carrera de entrenador, apenas seis meses después de haberse sentado en un canal de TV de Montevideo para asumir que sí, que ya estaba bien, que dejaba de jugar profesionalmente. El 15 de febrero debutó como DT de Peñarol, el club de la familia, en el que le hubiera gustado terminar jugando pero no pudo. Fue corto e intenso el debut en el banco, que incluyó algunos partidos de la Copa Libertadores. El frenazo activa la broma: "Es verdad, llevo más tiempo parado que dirigiendo", sonríe, y sus dientes se aprecian a través de la videollamada que le concede a LA NACION desde su casa. "Estamos todos en la misma. Hay otras prioridades, una crisis mundial. Hay que cuidarse y cuidar a los demás para volver a tener la vida que teníamos antes. En Uruguay se manejó muy bien, el 15 de junio los clubes ya podremos volver a practicar", cuenta, sin atisbos de ansiedad.—Tal vez para un oficinista sea más llevadero el encierro, pero para un deportista, acostumbrado a vivir al aire libre...—Antes de empezar en Peñarol me la pasaba todo el día en casa, desde que me retiré. Siempre fui muy casero, no lo sufro. Me gusta estar acá, disfruto con mis hijos. Aunque es verdad que cuando te dicen que no podés salir, te dan más ganas.—¿Cómo manejás esta situación especial con los futbolistas?—Para empezar, no hicimos entrenamientos por Zoom. Hablamos individualmente, pero no quisimos tener ese día a día entrenando, como hicieron otros clubes. Cada uno vive en un contexto diferente, con necesidades distintas, familias… Tenemos comunicación y les enviamos trabajos todos los días...

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