Más de 300 días pensando en una solución al mismo problema

Desde hace al menos 330 días el presidente de YPF, Miguel Galuccio, piensa en lo mismo: cómo lograr una salida negociada al conflicto que despertó con Repsol la estatización de sus acciones en YPF. No por una simpatía con la española, que para el ingeniero hizo un pésimo trabajo al frente de la empresa que él conduce hoy. Sino por sus propios intereses en la petrolera.Galuccio estudió en el Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA), pasó por la "selección petrolera" que armó José Estenssoro en la etapa mixta de YPF, en los años 90, y años más tarde emigró a Londres, donde se consolidó como un ejecutivo maduro al frente de uno de los negocios del gigante Schlumberger, un proveedor de servicios con una facturación mucho mayor que la de YPF.Galuccio, quien convenció a la presidenta Cristina Kirchner de encarnar en sí mismo el nuevo ADN que requiere YPF así como de tener dotes para esparcirlo entre sus trabajadores, delineó su perfil corporativo en la capital inglesa. La ciudad que le dio nombre a la famosa tasa Libor, que regula movimientos financieros en todo el planeta, es una de las principales metrópolis internacionales donde empresas medianas y grandes dedicadas a la explotación de recursos no renovables buscan saciar su sed de crédito. Como buen aprendiz, el ingeniero reconoció desde el primer momento que la mala fama que echó sobre las espaldas de YPF la estatización le cerraría la puerta de los mercados financieros internacionales.El viernes 27 de julio de 2012, en una reunión que mantuvo con...

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