El día en que Messi y Neymar se desafiaron

YOKOHAMA.- Compañeros y compinches, hubo un día en que Messi y Neymar se desafiaron. No fue hace mucho tiempo, apenas cuatro años atrás, cuando Leo ya ostentaba el cetro del mejor del mundo y la nueva estrella brasileña quería disputarle el título. Eran tiempos en que al joven paulista se lo asociaba con Real Madrid, por lo que el duelo se presentaba como un apéndice de la rivalidad entre catalanes y madrilistas. También la competencia era entre las dos marcas deportivas más importantes del planeta, las que jugaban sus cartas y promocionaban el encuentro. El estadio Internacional, el mismo escenario del partido de hoy entre Barcelona y River, fue la sede de aquel cotejo que tuvo a Messi como amplio ganador en el 4-0 ante Santos. Del golpe, Neymar tuvo un aprendizaje y también una recompensa: meses después sería presentado como un engranaje más de esa estructura que deleita a los espectadores con su fútbol imperial. De aquella experiencia a este presente en el que las lesiones y las dolencias tienen en vilo a River, que se prepara para medirse con los mejores, pero que por dentro sentiría alivio si la pareja de malabaristas del balón observa el partido desde un costado.

Como para que no quedaran dudas de quien era el que marcaba el paso, Messi se presentó para abrir la cuenta de una goleada histórica, ya que el 4-0 resulta la diferencia más abultada en una final en el Mundial de Clubes. También fue el que cerró el marcador de un encuentro que se definió en el primer tiempo, cuando después del tanto de apertura -definición de zurda por encima de la salida de Rafael y ante el desesperado cierre de Bruno Rodrito, que ensayó una chilena para despejar sobre la línea-, se le sumaron otras dos conquistas que tuvieron el sello distintivo de Barcelona: las combinaciones expusieron posesión, precisión, velocidad, y Xavi Hernández y Cesc Fábregas -quienes ya no son parte del equipo- estiraron la diferencia del formidable equipo que conducía Josep Guardiola, antes de marcharse a los vestuarios a reponer energías y buscar las fórmulas para ser más vistoso, como si quedara margen para ese punto.

Aquella tarde, Barcelona presentó a nueve jugadores de la cantera en su alineación y ningún delantero que hiciera las veces de referencia. Con Messi y Cesc Fábregas como los más adelantados, la decisión de Guardiola de juntar apellidos en la zona de creación tenía dos lecturas: adueñarse del balón para que Santos, que además de Neymar sus filas, confiaban en su...

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