El día de la marmota a la argentina

En la conocida película de Harold Ramis Hechizo del tiempo , un meteorólogo de televisión llamado Phil Connors, interpretado por Bill Murray, es enviado a una pequeña ciudad de EE.UU. a filmar el comportamiento de una marmota que, según la tradición aún vigente, puede predecir el fin del invierno cada 2 de febrero. Obligado a permanecer en el pueblo por una tormenta, Phil advierte al despertar que vuelven a suceder todos los episodios ocurridos en la jornada anterior, el día de la marmota. Sorprendido primero, desesperado luego, Phil intenta cada día hacer cosas nuevas para tratar de salir de ese encierro en el tiempo, pero todo es inútil: cada mañana vuelve a despertarse en el mismo 2 de febrero y se reiteran los mismos sucesos.

Parecería que los argentinos, como el protagonista de esa película, tampoco podemos superar nuestro día de la marmota y volvemos a repetir situaciones críticas. Devaluación, estampida del dólar, caída de reservas, tasas de inflación fuera de control con el consiguiente desmadre de los precios, acusaciones gubernamentales de especulación, conspiración y antipatriotismo por parte de sectores económicos o políticos, son todos acontecimientos que hemos vivido varias veces en las últimas décadas, y con distintas conducciones políticas. Sabemos también que estos hechos van erosionando la legitimidad de los gobiernos de manera exponencial, hasta un momento en que no importa cuál medida se adopte ninguna es eficaz, porque quien la toma carece ya de toda credibilidad.

En este contexto de temor e incertidumbre, debido al recuerdo de las traumáticas experiencias del pasado, organizaciones empresarias, sindicales y sociales organizan encuentros y reuniones en busca de acuerdos y políticas comunes. A la vez, diferentes fuerzas políticas ponen la mirada en las elecciones presidenciales del año próximo e intentan agruparse para conformar una alternativa de gobierno no justicialista. En todos los casos, como reacción a lo que ha caracterizado a la gestión kirchnerista, se coloca el acento en el diálogo, en el cumplimiento de la Constitución, en el equilibrio y en la necesidad de acordar "políticas de Estado" que aseguren políticas de largo alcance.

Desde ya, en un país signado por los desencuentros, resulta sumamente positivo que las organizaciones vinculadas a la producción y al trabajo se muestren dispuestas a la coincidencia. Este hecho, por sí solo, constituye un dato político insoslayable que marca una diferencia notable con...

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