¿De qué deuda hablamos?

¿Sabías que de los 45 millones de personas que hoy vivimos en la Argentina , 27 millones nacieron después de diciembre del 83? Cuando comenzamos a pensar en la cercanía de los 40 años de democracia ininterrumpida no pudimos pasar por alto ese dato, porque cada generación tiene con ella una relación diferente. Quienes nacieron después de 1983 no experimentaron un régimen no democrático y lo que saben es por terceros. En cambio, quienes vivieron dictaduras pueden dar testimonio de todo lo vivido y de lo superado para poder elegir a sus gobernantes.

Que haya generaciones enteras que no sepan lo que significa no poder votar es un logro en sí mismo , pero no es suficiente. En estas casi cuatro décadas del retorno de la democracia, todavía tenemos deudas, principalmente en materia de equidad y crecimiento: el producto bruto per cápita sigue siendo el mismo que desde aquel entonces y la pobreza nunca fue inferior al 25%. Quienes experimentan en mayor medida estas deudas son las generaciones más jóvenes. Por ejemplo, hoy, contemplando los impactos de la pandemia, 51% de quienes nacieron en democracia viven en situación de pobreza, frente al 30% de quienes nacieron antes de 1983.

¿Por qué, a pesar de los múltiples intentos, no hemos logrado saldar estas deudas? Hay tres razones que lo explican: la primera es la anomia. En la Argentina tenemos normas que reflejan muchas buenas intenciones y que podrían ayudarnos a crecer con equidad, pero, en la práctica, pocas se implementan, algunas no son viables y otras no se cumplen. La segunda razón es la baja cooperación. Ponemos primero los intereses sectoriales por sobre las miradas de conjunto. El último factor que nos perjudica es la volatilidad de nuestras políticas públicas. Los cambios de rumbo son tan frecuentes que no logramos establecer acuerdos de largo plazo que garanticen un marco previsible para el desarrollo del país.

Parece un diagnóstico abrumador, pero la realidad es que las soluciones pueden estar más cerca de lo que creemos . Más: que hayamos garantizado una democracia perdurable es una clara demostración de que podemos generar acuerdos que se implementen y perduren en el tiempo, donde los intereses colectivos primen por sobre los sectoriales. El consenso puede ser la llave. Nos debemos un nuevo acuerdo, de la magnitud de nuestro compromiso con el sistema democrático, para garantizar el bienestar de las futuras generaciones. Por eso desde Cippec queremos construir junto a ustedes Democracia...

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