Deuda externa: los diez pecados capitales de la era kirchnerista

Si el proceso de reestructuración de la deuda fue tan exitoso como afirma el Gobierno, no se entiende por qué la Argentina sigue en a más de 13 años de la asamblea legislativa en la que toda la clase política aplaudió el repudio del pago de las obligaciones del Estado.

El presidente y luego la presidenta no se cansaron de señalar los canjes de 2005 y 2010 con los bonistas como un "modelo" que presuntamente provocó la admiración del mundo y luego un odio tal que llevó a que la justicia norteamericana castigara al país con el fallo judicial del pari passu a favor de los holdouts, en junio del año pasado.

Cabe preguntarse si en realidad en estos años la Argentina no cometió muchos más errores que aciertos, suficientes como para explicar por qué un gobierno que hizo dos canjes –y que ya pasó más de una década desde aquella declaración de default– se encuentra, una vez más, en un callejón en el terreno de su deuda. Y este problema se dio pese a que, en forma constante, el Gobierno se jacta de haber bajado el peso de la deuda del 140 al 44% en relación con el PBI desde 2003.

Existe, en definitiva, un decálogo de fracasos aplicado por el kirchnerismo en materia de la deuda desde que asumió:

1 En el se dio uno de los mayores porcentajes de holdouts en la historia de las reestructuraciones soberanas (24%), como producto de la retórica agresiva hacia los inversores minoristas y de haber ofrecido el cupón del PBI –que no fue valorado por el mercado–, en lugar de un pago en efectivo mayor. Casi al mismo tiempo, Uruguay, Ecuador y Rusia negociaban sus respectivas reestructuraciones soberanas con aceptaciones superiores al 90%.

Juan José Cruces, experto en deuda pública de la Universidad Di Tella, dice que "se priorizó excesivamente el impacto político local y el corto plazo" por sobre el efecto en el clima de negocios y la reputación del país como destino de inversión. "Tras una relación con los acreedores que venía muy tensa por desafiar las formas habituales para estas negociaciones, se ofreció el cupón PBI. Pero los inversores no creyeron en ese cupón, aunque nos costó un ojo de la cara, de modo que fue un pésimo negocio." Como resultado de esta estrategia, agrega, "el país hizo una gran quita a los bonistas, lo que provocó una baja tasa de aceptación para los estándares internacionales, muchos litigios y poco alivio como deudores; si uno le regala rosas a una chica, pero la agravia mientras le entrega el ramo, las rosas se vuelven cardos: eso pasó con el cupón PBI en 2005".

2 Se manipularon las desde 2007, entre otros motivos, con la intención de pagar menos deuda ligada a la inflación (ajustable por el coeficiente de estabilización de referencia, CER), pero el país comenzó a tener un costo creciente de acceso al crédito, a tal punto que en 2008 le pagó al "compañero y amigo bolivariano" una tasa de interés de 15%, casi similar a la que el gobierno de la Alianza pagó en el megacanje de 2001 y que mereció un largo proceso judicial. Por la cuestión del Indec, además, se perdió la posibilidad de generar un mercado de deuda en moneda...

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