Desvelada. El palacio que flotaba en una flor

Originario de la cuenca amazónica, este nenúfar tiene hojas de unos tres metros de ancho, un tallo que puede sumergirse más de siete metros y flores que viven un día y dos noches

Los vecinos de la casa del fondo tienen en su jardín unas macetas enormes con plantas de agua. Yo me trepo a la medianera y espío, pero están del otro lado de la casa y no puedo verlas. Además, la pared es alta, y si mamá me ve encaramada ahí cerca del gomero me reta. Sobre todo porque tiene vértigo, uno que me heredó ahora de grande. Cuando la vecinita me invita a jugar llevo mis muñecas, pero más que nada me gusta acercarme a las macetas y quedarme mirando de cerca ese mundo acuático bajo el sol de la tarde. Algunas plantas son tan pequeñas que parecen haber caído casualmente sobre el agua como papel picado verde y flotan ahí como quien no quiere la cosa. Otras tienen raíces largas que llegan hasta el fondo y si las levanto con dos dedos parecen tener una cabellera rubia mojada por el mar. Hay unos nenúfares que me gusta empujar con un dedo para ver cómo se desplazan despacio por la superficie. Tienen una hoja que es una balsa circular perfecta y si coloco con cuidado un muñequito de esos que vienen adentro del chocolatín Jack, lo sostiene con comodidad sin hundirse y lo llevan a navegar por el estanque.

En 2022 unos botánicos ingleses descubrieron un nenúfar gigante que se había escondido a la vista de todos por 177 años, confundiéndose con dos primas hermanas ya conocidas, la victoria amazónica y la victoria cruziana. Con hojas de una superficie de tres metros de ancho y un tallo que puede sumergirse más de siete metros, flota casi imperturbable en las aguas quietas de la cuenca del Amazonas en Bolivia, pero uno de ellos lo hacía entre la colección del Jardín Botánico Real de Kew . Dado su parentesco con otras dos especies, se lo bautizó victoria boliviana .

La medición de la Victoria boliviana en los jardines de Kew, en julio del año pasado

Su pariente más directa, otra gigante, la victoria amazónica, tiene unas flores que viven solo un día y dos noches. La primera vez que florece lo hace una tarde, casi al anochecer cuando se esconde el sol. Es una flor blanca que emerge de un gran capullo cubierto de espinas, con cientos de pétalos y un aroma que recuerda al de un ananá, a ese perfume que larga cuando el cuchillo corta la primera tajada. Al amanecer se cerrará para volverse a abrir en la segunda noche, esta vez de un rosa casi rojizo propio de una despedida...

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