Destino universal de los bienes y propiedad privada: una interpretación conciliadora

El admirado piloto de Fórmula 1 Ayrton Senna solía afirmar: "El segundo es el primero de los perdedores". En un contexto de competición donde rige el criterio de suma cero -lo que gana el primer piloto no lo ganan los demás, y su triunfo solo se obtiene a costa de la derrota de todos los demás- esta interpretación de la numeración ordinal como excluyente y enfrentada no es del todo errónea. Es cierto también que, en sociedades libres, a menudo se extrapola la interpretación competitiva de los juegos de suma cero a la competencia social, y se pierde de vista el carácter cooperativo -de hecho, muchos científicos sociales hablan de coopetencia para denotar esa singular coordinación, que se produce en sociedades de libre mercado que pueden armonizar la cooperación con la competitividad-, también muy presente en las economías de libre mercado.

Por el contrario, hay otros ámbitos en donde el carácter secundario de una realidad no implica un menoscabo o una pérdida de relevancia de aquello que es denominado "secundario". En estos casos, el carácter secundario simplemente destaca un orden de dependencia en la medida en que una realidad deriva de otra. En estos casos, comparece la expresión -que tiene paralelos en el pensamiento medieval- de que "lo segundo no por ser segundo es menos importante". Por ejemplo, para un abuelo, un nieto es una realidad secundaria, derivada de la relación paterno-filial que tiene con su hijo -el padre de su nieto-, pero ello no implica que el afecto que se exprese hacia el nieto sea "de segunda clase" o de carácter "secundario" -en sentido peyorativo- respecto del afecto que posee hacia el hijo. Del mismo modo, una madre puede referirse a su primer hijo, a su segundo hijo, a su tercer hijo, etcétera, sin denotar con ello ningún tipo de menoscabo o distinción jerárquica en el amor profesado hacia todos ellos.

Es indudable que la reflexión del Magisterio Social de la Iglesia abreva en un contexto sapiencial inspirado por la reflexión teológica medieval y moderna del oportet distinguere ("conviene distinguir"), donde las distinciones y clasificaciones buscan iluminar las realidades humanas, a la luz de la enseñanza evangélica, según aquella máxima de "distinguir para unir". Las palabras que el papa Francisco pronunció en el videomensaje, con motivo de la 109a Reunión de la Conferencia Internacional del Trabajo, respecto de la relación entre el primordial destino universal de los bienes y la institución de la propiedad...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR