Polarización y después: ¿tiene la pelea K- anti K su fin de ciclo?

Bastaron 48 horas para que lo que parecía un país cambiado volviera a ser el mismo de siempre. Terminada una campaña con mensajes basados en recuperar el diálogo, reducir la confrontación, retornar a "un país normal" y a solucionar "los problemas de la gente" -discursos que, a juzgar por los resultados electorales, fueron exitosos en las urnas-, la confrontación retornó con toda su fuerza: el fallo de la Corte sobre la ley de medios, el martes pasado, volvió a teñir discursos políticos http://www.lanacion.com.ar/1531880-el-amor-en-tiempos-de-koleraencendió las denuncias de los opositores y la militancia de los oficialistas. Cuando ya casi nadie niega el clima de fin de ciclo kirchnerista, la polarización, que ya es marca de época, resiste, un legado aparentemente irreversible que se alimentó, hay que decirlo, del ánimo beligerante que recorre nuestra cultura política como rasgo central de su ADN.Sin embargo, hay quienes relativizanhttp://www.lanacion.com.ar/1482799-con-amigos-de-politica-mejor-ni-hablarafirman que nuestra polarización es más discursiva que práctica, más táctica y personal que ideológica, más presente entre los dirigentes, los intelectuales y los periodistas que entre los ciudadanos e, incluso, cuestionan la idea misma de que seamos una sociedad polarizada. Somos, se sostiene, un país "políticamente intenso", en el que los dirigentes "sobreactúan la confrontación", mientras los ciudadanos viven sus vidas con otras urgencias y otros intereses.¿De qué modos podría transformarse la antinomia K – anti-K en un eventual ciclo poskirchnerista? Tenderá a moderarse hasta, quizá, desaparecer a manos del equilibrio y el consenso, argumentan unos. Reaparecerá, dicen otros, con la letra K cambiada por otra inicial. Opiniones, como se ve, polarizadas.Por más que el kirchnerismo se obstine en buscar raíces e inspiración en los años 70, parece tener un aire de familia mucho más cercano con el primer peronismo y, en ese sentido, la lógica amigo-enemigo que ya es sentido común no constituye una innovación de esta década. "El kirchnerismo revitalizó y reactualizó viejas formas del discurso nacionalista y de las formas que tuvo durante los primeros peronismos: lo popular como un espacio donde reside la verdad, símbolo de Nación y de Estado, mientras aquello que no se considera identificado con mayorías se lo concibe como antinacional", describe la socióloga Ana Wortman, investigadora del Instituto Gino Germani de la UBA y experta en análisis cultural.Esa construcción, que tuvo momentos álgidos –en particular durante las presidencias de Cristina Kirchner, con un inicio en la crisis del campo, de 2008– y que muchos ven ahora circunscripta cada vez a menos espacios, ancló en una forma de percibir y...

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