Desafíos que inspiran: a los 83 años, se propuso escalar el Aconcagua

"Papá, ¿qué hago con la nona?", preguntó por teléfono, asustado, el nieto de Elisa Sampietro de Forti. Estaban corriendo en pleno desafío por el Cruce Columbia, una competencia que tiene como objetivo atravesar los Andes, y ella se había caído y lastimado una pierna. Elisa Sampietro de Forti insistía en continuar la carrera a pesar de que el médico de la expedición no se lo había recomendado. El veredicto telefónico fue contundente: "La abuela es grande y sabe lo que hace. Dejala". Así fue como Sampietro de Forti se convirtió, a los 82 años, en la mujer de mayor edad en completar en tres oportunidades el Cruce Columbia de los Andes, un trayecto de más de 100 kilómetros que se hace en el transcurso de tres días. Y, encima, se dio el lujo de hacerlo acompañada de su nieto.

Pero no se contenta con este logro. Hoy, a sus 83 años, ya tiene planeado ir por más. Será una de las 12 personas "inspiradoras" que, con el objetivo de promover el deporte y la vida saludable, intentará hacer cumbre en el Aconcagua entre el 1° y el 5 próximos. La convocatoria es de Summit Argentina, una iniciativa que arrancará el 16 de febrero. La expedición durará alrededor de 19 días.

¿El objetivo? Llevar a la cima de 6962 metros la bandera de los Juegos Olímpicos de la Juventud, que se realizarán en Buenos Aires en octubre próximo.

Según la iniciativa, Sampietro de Forti fue elegida como uno de los 12 inspiradores, sobre todo, porque empezó a correr a los 72 años, luego de haber enviudado. Desde ese momento, no paró de batir récords.

Su historia no se corresponde con la de una deportista de elite, rodeada de un ejército de profesionales. Llegó al running, cuando, por medio de su hija, se enteró de un grupo que iba a correr a la Patagonia, más específicamente a Villa La Angostura. Todos le decían que era un lugar precioso y ella se moría de ganas de conocerlo. Nacida cerca de Como, Italia, un enclave de lagos y cerros, la llanura de Buenos Aires podía ser un tanto monótona. Insistió e insistió tanto que la terminaron llevando. "Conocí al grupo de running, me integré. Les llevaba mínimo 20 años de diferencia a todos, pero me aceptaron como si fuera una vieja compañera", cuenta.

En aquel entonces jugaba al tenis (había dejado el vóley, deporte que practicó de manera semiprofesional). "Y el tenis es muy lindo pero un poco egoísta", dice.

Entrenó esos primeros días a la par del grupo y cuando volvió a Buenos Aires se unió para hacerlo todos los sábados. "Correr me dio mucha...

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