El desafío: convertir el idioma en una herramienta de desarrollo

En la nada recomendable Elysium , actualmente en cartelera, el héroe encarnado por Matt Damon malvive en un planeta Tierra devastado y miserable, abandonado a la pésima suerte de los pobres que sueñan con escapar hacia la colonia espacial adonde huyeron los ricos. En el paraíso inaccesible de los millonarios se hablan inglés y francés. En la Tierra de los desharrapados y menesterosos, la lengua principal es el español.La fantasía de Elysium se ubica en el año 2159, pero no hay que hacer grandes esfuerzos de imaginación para suponer que, en un posible futuro marcado por las diferencias sociales y económicas extremas, el idioma español identificaría a los más desfavorecidos. Si se tiene en cuenta que hoy la lengua de Cervantes es la segunda del mundo en cantidad de hablantes nativos (457 millones), pero la tercera en cuanto a población alfabetizada a escala global (5,47% del total), podría pensarse que, de no achicarse esa grieta entre los hispanohablantes de origen y la alfabetización de quienes hablan el idioma, el feo porvenir que se describe en Elysium estaría más cerca de lo que podría parecer.¿Las sociedades hispanohablantes están preparadas para admitir que el español podría convertirse en la bandera universal de los humildes? La lengua es una patria, un sentimiento y un destino. Nos determina aún en lo que ni siquiera decimos: en nuestros sueños también se habla español.Los dichos populares, los giros idiomáticos y las "frases hechas" constituyen el archivo cultural de un país y moldean la forma de pensar de sus ciudadanos. No es posible pensar "fuera" de la lengua; sus límites son los de...

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