Por una democracia de alta intensidad

Cualquiera sea el resultado de la elección presidencial, la oposición parlamentaria fuerte regenerará una expectativa de alternancia. Hacia un modelo de democracia social, controlando la corrupción política.

Un proyecto, en vez de la agobiante puesta en escena sostenida en su aparato de propaganda, con astucias de cooptación, engaño estadístico, coacción para la obediencia debida y unitarismo de caja. Sin que ello implique no reconocer ciertos logros del oficialismo. Ni apocalipsis ni cuentos de hadas.

Acumulación de poder sin política es fuerza bruta, lo inverso es impotencia. Es un precepto del general Perón. El equilibrio es la clave de una democracia de alta intensidad y calidad.

Las oposiciones no pudieron fraguar una alternativa por falta de estrategia y de programas, ciertos abusos de personalismo, con coaliciones efímeras y muchas veces desconcertantes para los votantes. Alberto Rodríguez Saá quiso competir y Eduardo Duhalde hizo "pillerías", como dijo nuestro candidato.

En el Congreso, el problema no será sólo de mayoría y minoría, sino de mayoría/oposición. Oposición parlamentaria debe ser otra cara del poder gubernativo. Alternativa legitimada por el consenso de los ciudadanos (Gianfranco Pasquino). Proponiendo una agenda pública, exigiendo juego "leal" entre oficialismo y oposición, con fuertes dosis de responsabilidad. En un marco de eclipse de partidos políticos. Por eso es absurdo planear el parlamentarismo a la europea. La responsabilidad de los actores opositores puede cimentar esa alternativa. Revitalizando una sociedad de la confianza contra la de suspicacia (Alain Peyrefitte).

Mis ejes de trabajo buscan alcanzar la defensa de la sociedad. Con protección en las problemáticas de niños, jóvenes, adolescentes y ancianos (82% móvil)...