Demasiado estrés

Para Cristina Kirchner, la incoherencia no tiene secretos. Ayer suspendió su cura de silencio y anunció un aumento de las jubilaciones. Para justificar el uso de la cadena, esgrimió un fallo que ya había convalidado ese recurso en 2011. Después despotricó contra quienes no respetan lo que disponen los magistrados. Pero ocho minutos más tarde, al referirse a la investigación por presunto lavado de dinero en sus empresas, dijo que lo que dictamine la Justicia la tiene sin cuidado: "No le tengo miedo a ningún juez pistolero o extorsionador".

La Presidenta venía de otra contradicción llamativa. Fue cuando denunció la existencia de un mecanismo antidemocrático, consistente en utilizar a los tribunales y a los medios para realizar denuncias estridentes durante la disputa proselitista. Un inesperado homenaje a Francisco de Narváez, a quien Néstor Kirchner acusó por tráfico de efedrina, con la colaboración del espía Antonio Stiuso, en el juzgado de Federico Faggionato Márquez, más tarde destituido. Fue en 2009, cuando De Narváez venció a Kirchner. También Enrique Olivera fue reivindicado, post mórtem, por la señora de Kirchner. En 2005, Daniel Bravo, que era funcionario de Aníbal Ibarra, le adjudicó una cuenta falsa en Suiza. El ataque se produjo tres días antes de las elecciones legislativas en las que Olivera competía acompañando a Elisa Carrió. También Sergio Massa pudo ayer sentirse satisfecho: cuando se postuló en 2013, un espía de la Prefectura que responde a la Presidenta sustrajo de su casa una caja fuerte.

Cristina Kirchner comparó a quienes recurren a esos procedimientos con los grupos de tareas de la dictadura. Es difícil pensar que se sometió a semejante autocrítica en desagravio de Olivera, De Narváez y Massa. Ella sólo pretendió defender a Aníbal Fernández de la acusación de haberse involucrado en el tráfico de efedrina que le formularon el domingo pasado en el programa de Jorge Lanata. Se entiende que los argumentos utilizados hayan sido tan autodestructivos. El Gobierno está estresado. Entre otras cosas, porque la palabra efedrina está asociada a innumerables episodios oficiales. Entre ellos, el financiamiento de la campaña presidencial de 2007. Pero, además, el escándalo de la denuncia contra Fernández es la derivación más reciente de un problema de primera magnitud: la asombrosa incompetencia de la Presidenta para administrar el poder acumulado por su esposo en la provincia de Buenos Aires.

La crisis que desató la imputación...

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