Dejar el poder: tristeza, alivio y terapia, lo que sienten los políticos que vuelven al llano

Llegó el día de limpiar el escritorio y de guardar las montañas de papeles, los retratos familiares y los adornos en una caja que será difícil de levantar. El momento de despedirse de los asesores más cercanos y de todas esas personas a las que cada día saludaba en su camino al despacho aunque no supiera ni cómo se llamaban. A la hora indicada, tuvo que acercarse a la puerta, mirar para atrás una última vez y esperar ese suspiro hondo que pondría punto final a una etapa.

Al día siguiente, aguardaba lo desconocido. Las pocas certezas eran que el auto con el chofer no iba a estar estacionado en la puerta de su casa como todas las mañanas, que el teléfono iba a sonar mucho menos y que nadie le iba a pedir con urgencia que tomara decisiones que pudieran cambiar la vida de miles o millones de personas.

Lo que pasa por la cabeza de los políticos es muchas veces un misterio, pero cuando se quedan sin trabajo y dejan el poder en manos de otro dirigente todos deben enfrentarse a la misma situación: el vacío. "Es como si vinieras en un Fórmula 1 y de repente chocás contra una pared", grafica , ministra de Desarrollo Social durante el gobierno de Fernando de la Rúa.

Depresión, derrumbe de la autoestima, alivio o satisfacción son algunas de las sensaciones con las que deben lidiar muchos dirigentes que ocuparon cargos importantes y que de un momento a otro volvieron al llano. Algunos van a terapia, muchos vuelven a sus actividades anteriores y otros tantos celebran haberse quitado de encima la presión. "Fue un gran alivio. La carga es muy pesada para los que sufrimos el poder", admite el ex presidente en diálogo con LA NACION, mientras recuerda que no aguantó para irse rápido de la ceremonia en la que le traspasó el mando a Néstor Kirchner en 2003 y subirse con su esposa al avión del entonces mandatario brasileño Lula da Silva. "Al día siguiente estaba de pantalón corto y de compras en Brasil con Chiche [Hilda, la mujer]", dice entre risas.

Duhalde cuenta que padeció el poder tanto como lo hicieron, según él, sus sucesores Néstor y Cristina Kirchner y "un poco" el actual presidente Mauricio Macri. "El único que gozaba del poder era Carlos Menem", relata. Duhalde acudió al psicoanálisis en esa época. "Cuando dejé el municipio [Lomas de Zamora, en 1987], nunca más quise volver a pisar la municipalidad; cuando dejé la gobernación [de Buenos Aires, en 1999], no quería volver más, y cuando dejé la presidencia, tampoco", dice, y confiesa lo que en su momento...

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