'Mis dedos se carbonizaron, pero fue mucho más difícil todo lo que vino después': la historia de superación de la deportista uruguaya Alfonsina Maldonado

Perdió sus dedos en un incendio en el que pudo haber muerto

La uruguaya Alfonsina Maldonado (37 años) no recuerda lo que era tener una mano izquierda. O al menos no recuerda cuando tenía dedos en esa mano, porque los tuvo durante solo seis meses de su vida. Los perdió en un incendio en el que pudo haber muerto .

Pero vivió. Y decidió que si se había quedado en este mundo debía cumplir su sueño: ser atleta olímpica con sus amados caballos .

Así fue que llegó a los Juegos Paralímpicos de Río 2016 para competir en adiestramiento ecuestre, y ahora quiere ir por más.

Esta es su inspiradora historia, contada en primera persona.

Tenía apenas 6 meses y vivía en el campo con mamá, papá y Mabi, mi hermana de 2 años. Aprovechando el feriado del 1° de mayo, fuimos de paseo a Montevideo. Allá nos esperaban Graciela y Daniel, amigos de mamá y papá. Tenían un apartamentito detrás de su negocio, un taller mecánico.

Después del desayuno, Daniel y papá se pusieron a arreglar una camioneta, mamá ordenaba el cuarto y yo dormía una siesta al lado de ella.

De repente, se largó una tormenta y la luz se cortó, por lo que mamá prendió una vela para alumbrar el dormitorio.

Mientras tanto, papá y Daniel no lograban que la camioneta arrancara, así que llamaron a mamá y a Graciela para que los ayudaran a empujar.

Mamá se fue y casi enseguida el viento tiró la vela al piso. La alfombra se empezó a quemar rápidamente, el fuego avanzó hasta la cama, luego a las mantas y por último a mi cuerpo. Cuando mi madre llegó, la habitación estaba en llamas.

Algo muy cruel

Alfonsina Maldonado de niña junto a su hermana Mabi

En menos de 15 minutos, y gracias a que se pudieron subir conmigo a un taxi ocupado, llegamos a la sala de urgencias del hospital.

Estuve 32 días en coma. Los primeros diez no me pudieron dar ni un analgésico. Temían que muriera. Todo mi lado izquierdo, incluidas mi cara y mi cabeza, estaban quemados.

Al séptimo día, los dedos de mi mano izquierda se carbonizaron.

Tras el coma, viví en una sala rodeada de vidrio, aislada por el riesgo de infección, durante un año y medio. Mi familia solo podía mirarme a través del cristal.

El tratamiento en terapia intensiva duró unos cinco años, con tan solo unos breves períodos en los que me permitían ir a casa.

Recuerdo cuando me venían a curar; me hacían cuatro raspajes por día.

En el raspaje te llevan a una sala en la que hay como una bañera de metal y te raspan la piel , al tiempo que te van echando un líquido.

Llega un...

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