'Decían que estaba loco'. Creó un balneario de lujo con estilo francés que se convirtió en el más exclusivo de la costa argentina

Alberto Girondo, Ricardo Aldao (h) y Emilio Mitre en la rambla de madera, en la puerta del servicio telegráfico del diario LA NACION. Mar del Plata, 1903

Cuesta imaginarlo: el océano en toda su inmensidad, kilómetros y kilómetros de arena bordeándolo, el viento, siempre el viento. Y casi en la nada, un majestuoso hotel con una rambla del mismo estilo francés, a todo trapo, rodeados de unas pocas casas salpicadas en el paisaje. Es la estampa de la ciudad de Mar del Plata , en sus primeras épocas, cuando no había lugar para imaginar cómo cambiaría en pocos años.

Mar del Plata no se convirtió en un balneario de lujo en la Belle Époque como producto de una ciudad que venía creciendo y que debía naturalmente derivar en la ciudad turística más glamorosa y de más prestigio del momento. Sin dudas, fue el resultado del espíritu aguerrido y emprendedor de gente que pudo anticipar que ese paraje agreste tenía todo el potencial para convertirse, primero, en una ciudad y, más tarde, en el lugar de veraneo más importante y referente de la región.

En 1860, Patricio Peralta Ramos , junto a sus dos hijos varones más grandes, Jacinto y Eduardo, viajó a las tierras que acababa de comprar, donde no había más que un saladero. Desde un principio su objetivo fue transformar esas hectáreas en una ciudad de la que todo el mundo hablaría y a la que todos querrían visitar una y otra vez.

La Rambla Bristol fue inaugurada en enero de 1913

"Patricio era rosista a muerte. Hacía negocios y proveía de uniformes a Rosas. Cuando Justo José de Urquiza -mi tatarabuelo materno- vence a Rosas, éste se va del país. Los porteños desconocen entonces la deuda que tenían con Patricio. Esto provocó en él casi un crack económico y una gran desilusión de Buenos Aires, por eso se fue", narra a LA NACION revista Carlos Charlie A. Peralta Ramos, tataranieto del fundador de Mar del Plata, cofundador y administrador de la página de facebook Los hijos de Don Patricio Peralta Ramos.

A su desgracia económica, se sumó la pérdida de su mujer, Cecilia Robles, quien murió dando a luz al último de sus 14 hijos, en 1861. "Patricio quedó tan desolado que siente que tiene que crear algo en su honor y le pide a la Iglesia permiso para levantar una iglesia, que se llamaría Santa Cecilia. Hacía un tiempo había naufragado un barco y, con esas maderas, Patricio, que tenía como hobby la ebanistería, hizo, con sus propias manos, el altar de Santa Cecilia, en tributo a su mujer ", apunta Peralta Ramos.

Patricio Peralta Ramos que, hasta el momento del crack económico sufrido tenía una importante posición económica, decidió vender cuatro de sus estancias en el partido de Rojas: San Jacinto, San Patricio, Santa Cecilia y San Alberto. Con la plata obtenida en la venta de sus tierras, Patricio "se va a la provincia de Buenos Aires. Se entera de que toda Mar del Plata -132.600 hectáreas que aún no tenían ese nombre-, donde no había más que arena, médanos y un saladero, estaba en venta. Negocia con el Mariscal José Coelho de Meyrelles -bisabuelo de la escritora Silvina Bullrich-, representante de un consorcio brasilero, dueño de las tierras. Los amigos de Patricio de Buenos Aires le decían que estaba loco . Él, que había puesto allí toda su plata, les decía que era un lugar maravilloso, al que iban a llegar buques de todos lados para disfrutar del lugar", señala el tataranieto.

Carlos Pellegrini en un almuerzo, en 1890

Decidido, Patricio sacó a sus dos hijos varones más grandes, Jacinto y Eduardo, del Colegio San José, al que asistían, y se los llevó a sus nuevas tierras. Una vez en la playa con ellos, "les dice que iba a hacer allí una ciudad a la que iba a ir gente de todos lados" , afirma Charlie A. Peralta Ramos. Patricio contaba con la oposición de los estancieros vecinos, que no querían saber nada con la creación de una ciudad cerca de sus tierras. Jacinto y Eduardo dedicaron sus existencias al desarrollo de Mar del Plata. Jacinto fue su jefe de Policía y Eduardo llegó a ser intendente.

Una anécdota pinta a Patricio Peralta Ramos de cuerpo entero. "Hay un cuadro en el que está pintado Patricio con sus hijos. Tiene el brazo extendido en el aire y de su mano cae como ceniza. En él trata de decir a sus hijos que nunca se desprendan de la tierra , que ésta es lo único que vale, ya que lo demás se diluye. Les aconseja que compren cada vez más tierra", agrega Peralta Ramos, quien asegura que también el padre les dejó a los hijos una serie de máximas para guiar sus vidas. Patricio se destacaba por su austeridad y, en los primeros días de Mar del Plata, vivía en una casa muy sencilla. "¿Por qué hizo el imperio que hizo? Porque tenía una mente austera", asegura su tataranieto. Y, si bien tenía su postura tomada a favor de Rosas, a sus hijos "les dijo que tenían libertad para pensar lo que quisieran", añade.

Un temporal azota una rambla de Mar del Plata

Finalmente, Patricio tomó posesión de sus tierras y "procedió de inmediato a subdividirlas en lotes y, en cuatro años, subastó unas 80.000 de sus 136.000 hectáreas, para proseguir con otras entre 1876 y 1878. Juzgada a partir del giro que tomaron sus negocios, la compra original a Meyrelles estuvo seguramente impulsada más por el cálculo de su espíritu mercantil que por el llamado de una vocación terrateniente. Al final, no sería él sino otro de sus contemporáneos en la zona, José Toribio Martínez de Hoz , quien pondría los cimientos de la estancia emblemática de Mar del Plata, al fundar Chapadmalal, en 1861 .

En los dominios de Peralta Ramos quedaron, en definitiva, una estancia que llamó Cabo Corrientes, por el nombre del lugar, en la franja costera donde creció más tarde el gran balneario del Atlántico . Sus planes contemplaron muy tempranamente la explotación de esa franja costera con vistas a un desarrollo urbano, como lo demuestra la indicación " reservado para el ejido de un pueblo" que figura en el mapa catastral de la provincia de 1864, levantado después del fraccionamiento y...

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