Para darle aire electoral al Gobierno, el plan deberá revertir la desconfianza

Muchos creyeron vivir ayer un déjà vu y una paradoja: apunta a transitar en calma los últimos meses de su gobierno (las urnas dirán este año si será el primero o el único) con la esperanza puesta en el resultado de un que lo emparienta más con la administración anterior que con su esencia.Un combo que incluye, entre otras, un acuerdo con empresas líderes para ampliar Precios Cuidados mediante el congelamiento de precios de 64 productos de primera necesidad o "esenciales" durante 6 meses; la suspensión por este año de los aumentos tarifarios previstos en gas, luz y transporte; créditos y descuentos para beneficiarios de la Anses; la venta semanal de algunos cortes de carne en el Mercado Central y un nuevo llamado al plan Procrear.Junto con las medidas se anunció el instrumento con el que, presumiblemente, se vigilará el cumplimiento del acuerdo con las empresas en materia de precios y abastecimiento de los productos: la sanción de un nuevo régimen de Lealtad Comercial, por decreto, que apuntará a "evitar abuso de conductas monopólicas de las grandes empresas" y que "dará más facultades a la Secretaría de Comercio Interior para sancionar conductas desleales o anticompetitivas".Tras cuatro años de insistir en que el camino era otro, el Gobierno recurrió a una receta que tenía impulsores mucho más convencidos en la administración que terminó el 10 de diciembre de 2015 que ahora. La aplicará, persuadido o no tanto, con un objetivo excluyente: lograr estabilidad macroeconómica para llegar con chances a las elecciones presidenciales.El Gobierno intenta frenar a toda costa la dinámica inflacionaria con la que arrancó el año, muy por encima de los cálculos previos; contener el precio del dólar, elemento fundamental en esa dinámica, y promover una recomposición del poder adquisitivo real (salarios, jubilaciones) que permita revivir el consumo aunque sea un poco.No es un plan demasiado ambicioso, pero tampoco parece que hubiera demasiado margen político ni económico para otra cosa. El propio Gobierno lo admitió al definir los anuncios como medidas para una "etapa de transición" -un período que coincide con lo que falta para el test electoral- en la que las reformas estructurales deberán esperar.Algo de esta incomodidad quedó expuesta ayer en la conferencia de prensa de los ministros Nicolás Dujovne, Dante Sica y Carolina Stanley. La distancia entre lo deseado y lo posible los hizo incurrir en algunas contradicciones. Sica, por ejemplo, destacó el...

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