Cura y ginecólogo. 'Siempre quise comprender el milagro de la vida', dice el sacerdote mendocino

Leonardo Di Carlo, con dos bebés en brazo, frente al altar de su parroquia

Leonardo Di Carlo ríe a carcajadas cuando le hablan sobre su parecido -por lo menos fonético- con Leonardo Di Caprio. "Si me ven, se desilusionarían…", bromea este sacerdote de 46 años a escasos metros del altar de la parroquia San Pedro y San Pablo, en el departamento San Martín, Mendoza.

Va y viene con viejas fotografías de su historia y una sonrisa serena, mientras agradece cada uno de sus pasos hasta llegar a este presente que define como "pleno e inmensamente feliz".

Nació en Rivadavia, a 60 kilómetros de Mendoza capital, el 29 de septiembre de 1976, y desde muy niño despertó su vocación por la Medicina. Tal vez de tanto admirar a Beatriz, su madre, que era instrumentadora quirúrgica y pasaba el día en hospitales.

Leonardo Di Carlo, en el colegio, en Rivadavia

Terminó la secundaria en una Escuela Técnica. Egresó con título de Maestro Mayor de Obras y su trabajo final fue, precisamente, proyectar la construcción de un hospital.

Seis años después se recibió de médico de la Universidad Nacional de Córdoba. No dudó en elegir la especialidad de Ginecología y Obstetricia, siempre intrigado por el milagro de la vida, aunque, aclara, "no desde una perspectiva religiosa".

Leonardo Di Carlo posa orgulloso con su diploma de Médico

"Siempre me llamó la atención la formación de un bebé, cómo crece y se forma dentro del vientre. Siendo un estudiante avanzado fui ayudante de cátedra en Histología, Embriología y Genética, una materia maravillosa", evoca, para recordar que obtuvo su título académico el 4 de marzo de 2003 e inició la residencia en el Hospital Materno Infantil de Córdoba, centro de referencia de la región.

Sin embargo, durante toda la carrera Leonardo cumplió una misión muy espiritual, dedicando horas a visitar enfermos en hospitales públicos. Pacientes pobres, terminales, que atravesaban sus internaciones en la más absoluta soledad.

Leonardo Di Carlo se ordenó como sacerdote el 17 de marzo de 2012

"No solo con diagnósticos muy duros, si no además carenciados, marginados. La tristeza en esas miradas siempre fue un puñal para mí y me cuestionaba qué podía hacer, qué remedio existía para esas situaciones, de qué modo podía yo contribuir a mejorar esas vidas", relata.

Generalmente visitaba a los enfermos de noche y siempre había una historia desgarradora detrás de cada uno.

-Leonardo, ¿fue allí cuando surgió el llamado de Dios?

-Un día, un médico me explicó que...

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