Esa obsesión por cumplir los deseos

Pablo Iglesias estrenó su décima obra en su doble tarea como autor y director, y también presenta otro espectáculo sólo como director. Casualidad del destino, ambos proyectos tienen que ver con el apetito. El primero se llama Las hambrientas; el segundo, Hambre (ver recuadro). A pesar de esta coincidencia semántica, las dos propuestas son muy distintas entre sí.La primera es la historia de una familia del interior que en algún momento gozó de prosperidad, pero que ha caído en desgracia. Está interpretada por Camila Palacios, Martín Rey y Valeria Actis. "Sólo dirijo textos propios que no tenga mucha idea de cómo hacerlos. Si termino un texto y ya me imagino cómo hacerlo, me aburro inmediatamente por más que considere que me quedó bueno. En ese caso, intento hacerlo circular entre otros colegas directores", sostiene.En su teatro, Iglesias no reniega de un concepto básico, a veces subestimado. "Busco que la obra resulte interesante y que, además, divierta. No me olvido de que estoy haciendo un espectáculo." A su vez, la música desempeña en su trabajo un lugar destacado: "En obras como El baile del pollito, La muerte de Brian y La constancia del viento, entre otras, está muy en primer plano porque pienso que, filosóficamente, la música es un recordatorio constante de que existe un mundo ideal de sentimiento, pletórico de belleza y perfección. Pero la realidad indica que la música no tiene definición «objetiva», cada quien la define y la siente a su manera y así, en la mayoría de mis obras, me apoyo en ella para reforzar lo emotivo del relato o aquello que no se puede transmitir con palabras".Es licenciado en medios audiovisuales y comenzó su carrera como actor en el taller de Berta Goldenberg. Con ella debutó en los escenarios con Tío Vania, de Chejov. "En el mismo momento en que empecé a actuar, todo la libido se me volcó al papel." Desde entonces se ha dedicado a la dirección, a la dramaturgia (estudió con Mauricio Kartun) y a la docencia.Además del teatro, Pablo...