El Cultural San Martín presentó su programación de teatro, cine, danza, música y artes plásticas

Wamini, una de las propuestas del Cultural San Martín para esta temporada

No será el Museo del Louvre en París pero la ciudad de Buenos Aires también tiene su cúpula de vidrio. Una más chica pero significativa: es que allí, en la confluencia de las calles Sarmiento y Paraná, detrás de lo que sería el Teatro San Martín, se encuentra el Cultural San Martín. Sonará confuso para muchos que piensan cuánta relación hay entre estos dos míticos edificios porteños que tienen incluso un túnel, una galería subterránea, que los conecta pero lo cierto es que son dos espacios muy distintos. Y así lo viene trabajando su director Diego Berardo , a cargo del Cultural desde hace casi cuatro años , con pandemia en el medio y el festejo del medio siglo de este espacio fundamental de cultura que se tuvo que realizar a través de sus redes sociales porque aquel 8 de mayo de 2020 fue en medio del confinamiento casi absoluto.

Este edificio, el emblemático "Sarmiento 1551″, funcionó como sede de la Primera Legislatura de la Ciudad y también como sede de la Conadep luego de que el 30 de octubre de 1983 sea el centro de cómputos en las elecciones que erigieron a Raúl Alfonsín como Presidente de todos los argentinos, así que su valor patrimonial e histórico es digno de ser bien conservado. Sus imponentes doce pisos, con 30 mil metros cuadrados y seis subsuelos, tiene todo el espacio necesario para convertirse en una gran vidriera -literal porque el vidrio es uno de los elementos primordiales, y metafóricamente claro- de la cultura porteña en todas sus disciplinas.

Hermafrodita, con Mayra Bonard y Carlos Casella

"Nos propusimos refrescar su impronta creativa, de espacio para la experimentación, la investigación, la generación de nuevos públicos", cuenta Berardo para LA NACION. "Por ello hicimos dos cosas muy concretas. Una, convocar a los jóvenes artistas a crear en libertad, a desarrollar proyectos a través de residencias, a darle color y frescura a un edificio de 53 años. Otra, seleccionar obras que expresen, en su mayoría, procesos de creación parecidos. Tanto en el teatro como en el movimiento. Pero una cosa nos parecía clave para volver a poner al cultural en la mirada del sector cultural y los públicos de la ciudad. Y era lograr instalar que no somos un teatro sino que somos un centro cultural y para ello había que poner en equilibrio al resto de las actividades artísticas. Lo que entendíamos iba a convocar nuevos públicos, los adolescentes y jóvenes. Y lo hizo".

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