El culto kirchnerista por Alexis Tsipras

Tan pronto como se conoció el resultado del referéndum convocado por el primer ministro griego, Alexis Tsipras, nuestra Presidenta emitió una elogiosa declaración en la que afirmó que "el pueblo griego les dijo no a las imposibles y humillantes condiciones que se le pretenden imponer para la reestructuración de su deuda externa". Tsipras personificaba el héroe que imponía sus reglas al imperialismo en defensa de su pueblo. Le aportaba una bandera al kirchnerismo después de más de un año de haber puesto a nuestro país en default al incumplir el pago de una obligación surgida de una sentencia definitiva de una sede judicial a la cual libre y expresamente nuestro gobierno se había acogido.

Han pasado unos días desde ese referéndum y hoy aquellos entusiasmos deberían revisarse, a la vista de las realidades que el propio pueblo griego y sus gobernantes han encontrado. El populismo de Tsipras halló rápidamente sus límites. La gente común percibió las graves consecuencias del cierre de los bancos y la evidencia de una hecatombe económica y social en caso de que Grecia abandonara el euro. La opción plebiscitaria por el no, detrás de una confusa pregunta y de la arenga populista y nacionalista, se contraponía a la voluntad mayoritaria de no abandonar la moneda común. El apoyo popular que habían tenido las primeras medidas de Tsipras se transformó en un reclamo de evitar el caos. Frente al abismo quedaron como una bravata varias de sus recientes disposiciones, tales como la suspensión de las privatizaciones y el reingreso de funcionarios públicos. Lejos de reducir el déficit fiscal, lo incrementaban.

La falsa ilusión de Tsipras de que podía encontrar receptividad en algunos países de la Unión Europea implicaba desconocer que España, Italia e Irlanda habían ejecutado dolorosos ajustes para recomponer sus situaciones fiscales y lo estaban logrando. Una excepción de trato significaba una injusticia respecto de quienes los habían cumplido. Además, el derrotero fiscal de Grecia exponía múltiples aspectos descalificantes para aspirar a un trato demasiado generoso de sus acreedores. La persistencia de su gobierno en gastar por encima de sus recursos reconocía excesos y la ausencia total de una austeridad preventiva. El programa de ajuste ahora votado por el Parlamento griego resultó finalmente similar al que habían propuesto el Banco Central Europeo, el FMI y la Comisión Europea. La sangre no ha llegado al río y se obtendrán los fondos de ayuda para la...

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