Culpable de estar vivo

Del acoso y el cinismo, a la saña y, de ésta, sin escalas, al ridículo. Ése ha sido el camino recorrido por el kirchnerismo en la Cámara de Diputados con su absolutamente ilegal decisión de abrir un proceso contra el doctor Carlos Fayt tendiente a verificar si está en condiciones psicofísicas de seguir ejerciendo su cargo como juez de la Corte Suprema de Justicia de la Nación.

Como han fundamentado numerosos representantes de la oposición parlamentaria, que se aprestan a presentar una serie de iniciativas para tratar de frenar esas medidas de prueba contra Fayt, entre ellas, una medida cautelar, es ilegítimo abrir una investigación sin iniciar el procedimiento previsto para el juicio político. Pero, además de ilegítimo -lo cual es un traspié de proporciones para el oficialismo en el Congreso, otra demostración acabada de hasta dónde están dispuestos a estirar el hostigamiento en pos de conseguir una nueva vacante en el más alto tribunal-, es a todas luces un atropello hacia un juez ejemplar, de sólida formación e impecable actuación y honestidad.

Nadie que no esté dispuesto a mentir groseramente podría negar en el oficialismo que el doctor Fayt ha sido y es una figura destacada en el terreno del llamado progresismo, que precisamente dice cultivar el actual Gobierno. Fayt tiene una larguísima tradición en esa materia desde hace más de 60 años. Ha sido un hombre de activa participación en luchas políticas en defensa de todo tipo de derechos, tanto como abogado, como docente y como juez. Es más, cuando fue propuesto por el doctor Raúl Alfonsín para integrar la Corte en 1983, Fayt fue objeto de una campaña en contra de su persona a cargo de enardecidas voces provenientes de los sectores más tradicionales del fuero porteño. Su figura está a salvo de todo tipo de compromisos.

No tiene nada el oficialismo para imputarle a Fayt, salvo que sea un hombre de avanzada edad, al que nunca pudieron captar para que fallara en su favor, y que siga aplicando con sabiduría los límites que exigen los excesos de poder. Suena absurdo, incluso, que un Gobierno que se jacta de defender a las minorías practique la gerontofobia.

Los escraches realizados al doctor Fayt con el inocultable ánimo de desgastarlo y forzarlo a abandonar su puesto no han hecho más que fortalecerlo y enaltecer su imagen en la consideración del grueso de la opinión pública. Las manifestaciones sociales en defensa de su trabajo y de su honorabilidad se han multiplicado en los últimos días...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR