Cristina: triste, solitaria y desleal

Sesión en el Senado de la Nación por el acuerdo con el FMI

Si la guerra es la derrota de la verdad, la guerra de Alberto Fernández anuncia la victoria de la inflación. Si el oportunismo es el fracaso de la política, el de Cristina Kirchner es el presagio de la autodestrucción. Entre la impotencia y la indudable especulación, los dos máximos líderes de la coalición peronista gobernante se alejaron aún más entre ellos. El colmo de esa distancia, con raíces más profundas en el pasado que en el presente, ocurrió cuando la vocera presidencial, Gabriela Cerruti , confesó públicamente que la vicepresidenta ni siquiera le contesta los mensajes al Presidente. La historia no registra un caso parecido. Semejante descortesía solo puede ser cometida por una personalidad tan compleja como la de Cristina Kirchner. Alberto Fernández ha convertido en arte el ejercicio de hablar sin decir nada . Cristina Kirchner prefirió, a su vez, aparecer vencida antes que quebrar el viejo mito de su trifulca solitaria contra el Fondo Monetario . La inflación puede dormir tranquila porque ningún ejército la acecha, y la vicepresidenta también podrá vivir en paz: el país no caerá en default con el Fondo y ella seguirá siendo su imaginaria enemiga. El problema, sin solución para ella, consiste en que su destino está atado al del Presidente, con el Fondo o sin el Fondo. Solo el pequeño círculo próximo a la vicepresidenta descifra la diferencia entre su silencio y la complicidad con el gobierno de Alberto Fernández. Cristina se encierra cada vez más, triste y desleal, dentro de un insignificante ateneo donde rigen las leyes de la obsecuencia y la sumisión .

¿Quién le aconsejó al Presidente que hablara de guerra contra la inflación cuando solo tenía un arsenal de balines verbales? ¿O fue una creación propia? Lo más probable es que haya sido solo un idea que surgió de la inventiva presidencial. Habló porque las palabras son generosas, pero la única decisión que tomó fue la de aumentar las retenciones a las exportaciones de harina y aceite de soja para financiar un precio subsidiado del pan. Poco, casi nada. Otra vez le sacan dinero al sector privado para subsidiar a otro sector privado. La industria de la soja solventará a los panaderos por la suba internacional de los precios del trigo. Al menos, el Presidente debió identificar, con nombre, apellido y culpa al único responsable de los descalabros de la economía internacional: Vladimir Putin , autor ya de innumerables crímenes...

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